En Colombia, el interés por proteger el patrimonio familiar de forma estructurada ha cobrado relevancia en los últimos años. Factores como la internacionalización de las inversiones, la complejidad de las relaciones familiares y los cambios normativos han llevado a que cada vez más familias busquen asesoría jurídica especializada para diseñar estructuras que garanticen la estabilidad, continuidad y transmisión ordenada de sus bienes.
Este enfoque, conocido como arquitectura legal del patrimonio, no solo responde a una necesidad de planificación tributaria, sino también a una estrategia integral para prevenir conflictos, proteger a los herederos y asegurar la sostenibilidad de las empresas familiares.
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Más que herramientas, una visión estratégica
Sergio Michelsen, socio de gestión de patrimonio de Brigard Urrutia, explica que la arquitectura legal parte de la armonización entre familia, patrimonio y empresa. “Un patrimonio familiar sin arquitectura legal es aquel en el que cada miembro posee individualmente los activos, sin herramientas jurídicas que los organicen o protejan con miras a alcanzar los objetivos familiares y preservar el patrimonio en el tiempo”, señala.
En esta línea, Jorge Enrique Peralta, director jurídico de Peralta y Asociados Abogados, precisa que este diseño estratégico parte de un análisis personalizado de los bienes, los vínculos afectivos y los objetivos a largo plazo, como la continuidad de la empresa familiar o la protección de hijos con condiciones particulares. Para ello, se diagnostican riesgos internos y externos y se proponen estructuras legales preventivas que permitan anticiparse a posibles conflictos.
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El RUT es un documento que puede consultar en la Dian.
Entre lo estándar y lo hecho a la medida
Una diferencia clave en este proceso es la que existe entre una planificación patrimonial estándar y una estructura jurídica personalizada. Mientras la primera suele limitarse a trámites como testamentos genéricos o capitulaciones sin mayor análisis, la segunda implica un proceso reflexivo en el que se consideran las particularidades de la familia, el tipo de activos y los riesgos asociados.
“Una estructura personalizada contempla y optimiza los efectos tributarios, civiles, sucesorales, de gobernanza y solución de conflictos”, destaca Michelsen. Por su parte, Jorge Enrique Peralta agrega que en estos casos el abogado actúa como guía, construyendo las estructuras más convenientes desde la óptica de la prevención de los riesgos legales existentes.
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Activos que exigen especial atención
Existen ciertos activos que, por su naturaleza o ubicación, requieren una planeación jurídica más detallada. Las empresas familiares, por ejemplo, implican retos en términos de gobierno corporativo y sucesión. Según Michelsen, en estos casos se requiere alinear los estatutos, acuerdos de accionistas y documentos de gobierno familiar para evitar fricciones y asegurar la continuidad del negocio.
Los bienes en el exterior también presentan desafíos particulares, tanto por el régimen fiscal colombiano como por las leyes de las jurisdicciones. A esto se suman los activos digitales, un campo aún en desarrollo que, según Michelsen, exige precaución pero también abre nuevas posibilidades para estructurar el patrimonio.
Una combinación de figuras jurídicas
Tanto Peralta como Michelsen coinciden en que la arquitectura legal del patrimonio familiar se apoya en una variedad de herramientas jurídicas, que se combinan según las necesidades de cada familia. Las capitulaciones y la liquidación de la sociedad conyugal pueden proteger los bienes frente a la familia política, mientras que las sociedades comerciales permiten consolidar el patrimonio y establecer reglas internas.
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Los fideicomisos civiles o mercantiles, así como la constitución del usufructo, son útiles para transferencias eficientes y sucesiones simplificadas. El testamento sigue siendo una figura clave, y se puede complementar con la repartición de la herencia en vida. Incluso, en ciertos casos, se recurre a estructuras extranjeras como trusts o fundaciones de interés privado.
TATIANA ALVIRA
tatalv@eltiempo.com