El peso de la deuda se ha convertido en uno de los mayores obstáculos para el crecimiento económico de Colombia, luego de que en solo seis años, los recursos del Presupuesto General de la Nación destinados al servicio de la deuda pasaron de $51,9 billones en 2019 a $112,6 billones en 2025, lo que equivale al 6,1% del PIB.
Dicho de forma simple, este incremento ha significado un desplazamiento del gasto público hacia el pago de intereses, en detrimento de la inversión productiva y con el fin de conocer el impacto de esta situación Portafolio consultó a seis expertos, que analizaron cómo el creciente endeudamiento, la pérdida de confianza del mercado y el alza de las tasas de interés están drenando los recursos estatales y comprometiendo la capacidad del país para sostener el crecimiento a largo plazo.
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Lo primero que hay que decir, como ya se mencionó, es que desde 2019, Colombia ha más que duplicado los recursos destinados al pago de su deuda y que esta evolución ha llevado a que el servicio de la deuda represente más del 6% del PIB, frente al 5% de hace seis años, una carga que crece en paralelo con las presiones fiscales.
Para el economista Henry Amorocho, este incremento resulta aún más preocupante si se compara con el comportamiento de la economía, ya que “la deuda subió seis veces más que el crecimiento del PIB, que fue de apenas 1,7 % en 2024. Y el gasto de funcionamiento creció ocho veces más, adicionalmente”.
Economía colombiana.
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Además, señala que el rezago presupuestal en la inversión es evidente, dado que el año pasado se ejecutó el 80% del presupuesto de inversión, pero solo se pagó el 40%, generando una disparidad que muestra cómo el país está destinando más recursos al pago de intereses que a impulsar sectores clave para el desarrollo.
“Esto no deja de tener consecuencias porque se amplía el déficit fiscal y se limita la capacidad del Estado para sostener políticas públicas de largo plazo”, concluye este experto, quien advierte que así comienza un círculo vicioso de poco crecimiento, menores ingresos y mayor dependencia hacia el endeudamiento.
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Efecto de la incertidumbre
El incremento del costo de la deuda colombiana no solo se explica por el monto de lo adeudado, sino por el encarecimiento de los intereses que el país debe pagar en los mercados. Según César Pabón, director de investigaciones económicas de Corficolombiana, entre enero de 2024 y febrero de 2025 la tasa de interés implícita de la deuda pasó del 7 % al 8,8 %.
“Es decir, casi dos puntos porcentuales más en solo un año, lo que representa el mayor aumento entre países comparables como Chile, México o Perú”, destacó Pabón, quien recordó que este incremento está directamente asociado a la percepción de riesgo.

Inversión y crecimiento económico.
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“Nuestra prima de riesgo, medida por el Credit Default Swap (CDS), supera en más de 100 puntos básicos el promedio para países con calificación BB, lo que demuestra que el mercado ya nos percibe como más riesgosos de lo que indican las agencias”, dijo este analista, quien fue directo y agregó que el impacto es claro y hoy una quinta parte del presupuesto se va al servicio de la deuda.
“La incertidumbre se paga caro. Entre más nos perciban inseguros, más intereses nos cobran, y eso reduce los recursos disponibles para inversión y gasto social”, sentenció César Pabón de Corfi.
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Pérdida de confianza
El aumento de los intereses que Colombia debe pagar por su deuda no es solo un síntoma económico, sino un reflejo de una creciente pérdida de confianza en la capacidad del Estado para ordenar sus finanzas. José Manuel Restrepo, exministro de Hacienda, advierte que “el mayor riesgo fiscal hoy es que el costo de endeudarse ha subido de forma sostenida, y eso deja menos espacio para la inversión productiva y social”.
En ese sentido, explica que esta rigidez presupuestal se agrava porque cerca del 90% del gasto del Estado es inflexible a la baja, lo que impide redireccionar recursos con agilidad y quita margen de maniobra ante cualquier tipo de eventualidad.

Economía y retos fiscales para Colombia
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Así mismo, el exviceministro de Hacienda Juan Alberto Londoño es aún más tajante y sostiene que “en la práctica, ya perdimos el grado de inversión. Nos están cobrando intereses más altos que a países con peor calificación”, lo que desde su perspectiva muestra que el endeudamiento se está volviendo insostenible y obliga a destinar recursos crecientes al pago de intereses, en detrimento de la inversión.
Muy similar piensa Gregorio Gandini, director de Gandini Análisis, quien coincide en que “estar pagando tasas cercanas al 9% evidencia que somos percibidos como un país de alto riesgo” y a su juicio, recortar el gasto de funcionamiento es clave para frenar esta deriva.
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Palo al crecimiento
El impacto más profundo del aumento en el servicio de la deuda se siente en la capacidad del Estado para dinamizar la economía, ya que “cuando uno de cada cinco pesos del presupuesto se destina a pagar deuda, lo que se está sacrificando es la inversión pública, que es la que genera crecimiento, empleo e infraestructura”, según advierte César Pabón.
Cabe resaltar que esta reasignación de recursos no solo ralentiza la actividad productiva, sino que afecta sectores clave como la vivienda y la construcción, que hoy arrastran un rezago evidente y hacen parte del crecimiento dispar que muestra la economía hace varios meses, así como su dependencia del sector público.

¿Cuál es el procedimiento para que le paguen una deuda?
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Ante esto, Wilson Tovar, economista jefe de Acciones y Valores, señala que el problema no es solo financiero sino de política fiscal, puesto que “hay una obsesión por gastar, pero sin un plan claro de cómo financiar ese gasto de manera sostenible. El resultado es que la inversión es lo primero que se recorta, cuando debería ser la prioridad”, mientras deja claro que mantener altos niveles de gasto corriente sin aumentar ingresos se traduce en el crecimiento moderado del que no puede salir el país.
“Además se puede exacerbar el segundo semestre si es que Moody’s nos rebaja la calificación como ya nos amenazó y en honor a la justicia, Colombia no tiene la escudería, digamos la medallería para ser merecedor de un grado de inversión. Lo más lógico es que así como lo hizo con Estados Unidos, también Moody’s ajuste su calificación a la baja”, sostuvo.
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De esta forma, los expertos consultados cerraron con el punto en común de que la economía colombiana sigue avanzando, pero lo hace con un lastre cada vez más pesado, ya que el crecimiento de la deuda y el aumento del pago de intereses están comprometiendo seriamente la capacidad del país para invertir en su desarrollo.
Si no se toman decisiones estructurales para contener el gasto, mejorar el recaudo y recuperar la confianza, Colombia corre el riesgo de quedar atrapada en una espiral de endeudamiento insostenible, ya que la deuda, lejos de ser un impulso contracíclico, amenaza hoy con convertirse en el mayor freno del crecimiento.