El envoltorio dorado de la primera entrega del nuevo y fastuoso Mundial de Clubes resultó estar vacío de goles, casi lo único que termina quedando al final del fútbol. Después del espectáculo inaugural; después de que se modificara la liturgia de la salida de los equipos, jugador a jugador, e incluso de los saludos; después de que la FIFA encontrara el modo de ocupar más de 60.000 de los 65.000 asientos del estadio Hard Rock; después de todo eso, el primer partido, crudo e impreciso, terminó sin premio. Y eso que Messi se fue levantando con destellos arrebatadores sobre el nivel que emparejó al Inter Miami estadounidense con el Al-Ahly egipcio. Parecen los más flojos de un grupo que completan el Oporto portugués y el Palmeiras brasileño. El argentino se empeñó hasta el final, hasta el último tiro que buscaba la escuadra y que El-Shenawy desvió al larguero. Se fue sin nada. Messi está solo en Miami.
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