Al presidente Gustavo Petro le faltaba un buen dato macroeconómico para sumarle a sus victorias legislativas, especialmente la aprobación de la reforma laboral, y bajarle la temperatura al ambiente político en Colombia. Ese registro afloró en mayo: el país se apuntó en abril la tasa de desempleo más baja en una década, con 8,8%, 1,8 puntos menos frente al mismo mes de 2024. Acto seguido el Ejecutivo aprovechó la noticia para celebrar y adjudicarse el logro. Pero la ANDI, el mayor gremio de industriales, matizó: el 74% de los nuevos puestos de trabajo corresponden a colombianos autoempleados. Es decir, ciudadanos que se ganan la vida del “rebusque” o en el terreno de la informalidad.
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