Aunque muchos analistas calificaron el 2024 como un año de transición, los economistas de Credicorp Capital ven este período como un tiempo de recuperación cíclica, donde la economía se recuperó como respuesta a las dinámicas del mercado, más que por el hecho de que se haya puesto en marcha un plan de reactivación.
Portafolio habló con Diego Camacho Álvares, economista senior de este equipo quien advirtió que pese al buen paso, todavía hay riesgos vigentes en el contexto local y que el Gobierno tiene la obligación de revisar su ambiciosa agenda de gastos, teniendo en cuenta que aspectos como el recaudo tributario no mejorarán.
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¿Cómo termina el 2024?
Lo resumiría con que fue un año de recuperación cíclica, en donde se ven variaciones positivas en algunos sectores y actividades que son importantes dentro de la demanda interna, en medio de una persistente incertidumbre fiscal que tiene efectos de mercado y efectos económicos en el sector real, principalmente atados a la evolución de los temas fiscales. Dejamos un 2023 con una variación de 0,6% y muy posiblemente el dato que tengamos de crecimiento de todo el 2024 será un 1,8%.
¿Fue un periodo de transición?
Creería que más que eso, fue un año de ajuste cíclico y en ese ajuste cíclico vemos la recuperación de algunos sectores que incluyen comercio, demanda interna, pero no es una recuperación que uno pudiese decir basada en una perspectiva muy clara de confianza desde el empresariado o desde los consumidores.
Dicho esto, para el 2025 lo que esperamos es que se va a apuntalar esa recuperación cíclica y se consolidar el buen paso, pero como respuesta a los cambios en las condiciones del mercado y una recuperación de algunos indicadores.
¿Resultado de un plan de reactivación?
Más allá de que haya algún tipo de reacción a medidas económicas que se hayan tomado desde las autoridades, lo que vemos es que hay precisamente esa parte del movimiento, que corresponde a periodos después de una inflación muy alta y una tasa muy restrictiva.
A eso habría que sumarle si hay algo de impacto en materia de medidas de política económica que se hayan tomado y que vayan a repercutir en el 2025, será que detrás del descenso de la inflación hay un descenso en la tasa de interés de política, y eso se va a acumular y va a seguir apuntalando esa recuperación cíclica en el 2025.
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¿Qué esperan hacia adelante?
Para 2025 anticipamos un 2,1% en materia de PIB y nuevamente los temas fiscales vuelven a colarse. El 1,8% del 2024 recogió en buena medida un aporte importante del gasto público, digamos que los servicios de administración pública fueron un elemento importante en ese crecimiento del 2024 pese al deterioro en los ingresos fiscales, además de un avance importante en el sector agrícola o primario, donde jugó a favor el café.
De la mano de una inflación un poco más baja y de una política monetaria que sigue aflojando, esperamos que el consumo privado siga siendo ese soporte detrás de una expectativa de mayor crecimiento para 2025, pese al ruido que genera la incertidumbre regulatoria hacia adelante.
¿Y con la inflación?
Acá vemos que hay un persistente ruido asociado a precios regulados, incluyendo el salario mínimo. Esperamos una desaceleración importante en los procesos de indexación, todo en función de cuánto vaya a ser al final la decisión sobre este salario mínimo, pero en general anticipamos que desde una tasa de inflación cercana al 5,1% como cierre del 2024, se pueda llegar a una tasa cercana al 4% al cierre del 2025.
¿Cómo ven lo fiscal?
En política fiscal tenemos unos riesgos importantes asociados a no sólo al ajuste de corto plazo y el cumplimiento de la regla fiscal. Hay que señalar que la cartera de Hacienda en esta administración ha sido consistente en señalar que están comprometidos con el cumplimiento de dicha regla, pero pese al compromiso y a los recortes de gastos que se han anunciado, el Gobierno tiene una agenda de gasto ambiciosa que riñe con esa meta.
Todo esto en el sentido de que el recaudo tributario no ha acompañado estos esfuerzos y en la medida en que la economía siga teniendo tasas de crecimiento por debajo del 3%, pues la dinámica del ingreso del recaudo tributario no necesariamente va a ser lo suficientemente dinámica como para compensar esa intención de gasto.
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¿Esto dejaría consecuencias?
La incertidumbre fiscal ha sido un elemento decisivo en el comportamiento de la economía colombiana y de los mercados de precios activos locales en este 2024 y para 2025 lo va a terminar siendo. Dos cosas bien importantes para señalar ahí. En medio de ese ruido, la cartera de Hacienda, con los tres nombres que han estado en la misma durante la administración Petro, han sido consistentes en señalar la intención del gobierno en cumplir la regla fiscal.
Eso es un tema importante a resaltar, porque los resultados de mercado serían diferentes si en algún momento se pone en duda el cumplimiento de esos objetivos. Una cosa es que haya una dificultad en materia de ingreso tributario y el desempeño de la actividad económica en general, y otra es decir, no me importa eso, voy a seguir gastando pase lo que pase.
¿Y en lo internacional?
En el 2025, el mundo seguirá viviendo lo que podríamos denominar como un reacomodo del contexto internacional y en eso hay una parte importante que puede jugar un rol decisivo en el rumbo de la economía colombiana.
Si el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, mantiene una política de desregulación y promoción del sector minero energético, podemos tener mucha información relacionada con la evolución del precio del petróleo. Y ese es un escenario en donde, en principio, una mayor oferta de crudo y de gas podría moderar los precios internacionales del crudo, que es una variable importante dentro de las cuentas fiscales del país.