De las brasas internas que dejó el clásico, emergió un partido en línea recta en el que el Real Madrid ahogó y arrolló a un Valencia muy débil que pena hacia el final de la tabla. Después del enfado, Vinicius volvió a lo suyo, la amenaza constante, Mbappé siguó implacable con su colección de goles la noche que enseñó su Bota de Oro al Bernabéu y tampoco Bellingham perdió el hilo anotador. Este episodio de la crisis Xabi-Vinicius se cerró con una goleada pacificadora desde la que mirar al compromiso de Champions del martes en Anfield contra el Liverpool.
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