Ha sido un titán de la actuación, una leyenda entre los cineastas indies en EE UU —para quienes, además, impulsó el festival de Sundance (bautizado así por su personaje de Dos hombres y un destino)—, un faro para los demócratas y un activista volcado en los temas sociales y ecológicos. Con la muerte de Robert Redford no se ha ido uno, sino todos los Redford que han existido en diferentes campos en Estados Unidos. Y por cierto, también desaparece un opositor furibundo al presidente Trump.
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