Un estudio internacional, liderado por la Universidad de Bremen y el MARUM (Centro de Ciencias Ambientales Marinas), reconstruyó parte de la historia de las masas de hielo en el sur de Sudamérica y reveló conexiones globales entre los factores que determinaron la expansión y contracción de los glaciares patagónicos.
Los resultados, publicados en Nature Communications, muestran que la evolución de la capa de hielo en esta región durante los últimos 120.000 años estuvo guiada por una combinación precisa de factores orbitales y climáticos.
Factores clave que impulsaron la dinámica glaciar
El equipo, que incluyó a especialistas como Andrés Castillo-Llarena y Matthias Prange, identificó que la duración de los veranos y la intensidad de la radiación solar estival, definida como energía de verano integrada, junto con la variabilidad climática a escala milenaria, fueron los principales motores de los grandes avances y retrocesos glaciares en la Patagonia. Estos factores moldearon la dinámica climática del hemisferio sur y su relación con el cambio climático global.
El análisis abarcó el sector de los Andes en Chile y Argentina. Se estableció que la energía de verano integrada fluctúa en ciclos de aproximadamente 40.000 años, alineados con los cambios en la inclinación del eje terrestre.
“El objetivo de nuestro estudio fue investigar la historia espacio-temporal de la capa de hielo patagónica durante todo el último ciclo glaciar y, de este modo, comprender mejor las causas de las secuencias temporales y la dinámica de los avances y retrocesos de los glaciares”, explicó Castillo-Llarena.
Los periodos de máxima expansión glaciar se produjeron durante mínimos en la energía de verano integrada, lo que favoreció la acumulación de hielo.
Se identificaron dos grandes fases de avance: una al inicio de la Etapa Isotópica Marina 4, hace unos 71.000 años, y otra al final de la Etapa Isotópica Marina 3, hace unos 35.000 años. Entre estos episodios, la capa de hielo experimentó una contracción temporal, especialmente significativa hace unos 60.000 años.
Rol de la variabilidad climática milenaria y conexiones globales
La investigación subraya que, además de los factores orbitales, la variabilidad climática a escala milenaria influyó de forma decisiva en la dinámica de la capa de hielo. Los modelos numéricos y los registros marinos examinados demostraron que los avances y retrocesos glaciares estuvieron modulados por estadios fríos antárticos y cambios abruptos del clima, reflejados en pulsos de crecimiento y retroceso del hielo.
Estas fluctuaciones, asociadas a “estadios fríos antárticos”, implicaron periodos de mayor descarga de hielo y cambios relevantes en la extensión de la capa, sobre todo en los márgenes norte, sur y este de la Patagonia.
Castillo-Llarena sostuvo que se sospecha que la energía integrada del verano moduló no solo el comportamiento de la capa de hielo patagónica, sino también el de otras masas de hielo en las latitudes medias del hemisferio sur. El estudio destacó, además, la asincronía entre la evolución glaciar del hemisferio sur y del norte.
La máxima expansión glaciar en Patagonia y Nueva Zelanda ocurrió casi simultáneamente, pero no coincidió con los periodos de máximo avance en el hemisferio norte. Nature Communications señaló que esta desincronización se vincula a la migración y fortaleza de los vientos del oeste y a la expansión del hielo marino antártico, fenómenos que responden a mecanismos orbitales y a teleconexiones interhemisféricas.
La comparación con registros de Nueva Zelanda, las Islas Malvinas y otras regiones australes apoya la hipótesis de que mecanismos climáticos comunes impulsaron la evolución de las capas de hielo en estas latitudes.
Metodología y hallazgos técnicos
Para alcanzar estas conclusiones, el equipo recurrió a simulaciones numéricas con el modelo SICOPOLIS, abastecidas por datos paleoclimáticos procedentes de núcleos marinos tomados frente a la península de Taitao, en el sur de Chile.
Las simulaciones indicaron que la capa de hielo patagónica alternó fases de crecimiento y retroceso, al desmentir reconstrucciones geológicas previas que sugerían mayor estabilidad. Además, la comparación entre diferentes proxies reveló discrepancias en la magnitud y el detalle de la variabilidad, lo que enfatiza la necesidad de múltiples registros para una comprensión precisa de la dinámica glaciar.
Matthias Prange, coautor del estudio y científico del MARUM, destacó: “Estos hallazgos son de particular importancia debido a la relativa escasez de datos sobre las fluctuaciones climáticas pasadas en el hemisferio sur”.