Con 35 años, la doctora María Alejandra Bravo es una de las ‘duras’ en cáncer de mama del Centro de Tratamiento e Investigación sobre Cáncer (CTIC). Lo que más aprecian de ella, colegas y pacientes, es su aproximación humana frente a quienes intenta curar todos los días y su pilera a la hora de entender los males del mundo moderno, lo que la ha llevado a consolidarse como una profesional con ideas y conceptos claros al servicio de quienes lo necesitan.
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Ella hace parte de ‘Los 40 de menos de 40’ (Intermedio Editores), una recopilación de entrevistas publicadas todos los sábados desde febrero en EL TIEMPO por José Manuel Acevedo, que ahora se ha transformado en un libro que narra cómo la juventud de Colombia la está rompiendo en diferentes campos: activismo social, emprendimiento, música, arte, medicina, cocina, periodismo y muchos más.
Entre los nombres más sonados de esta obra están el de Juliana Velásquez, cantante ganadora de dos Latin Grammy; Lali, influencer que expone problemáticas ambientales y del Pacífico; Santiago Puentes, uno de los fundadores de la empresa de gafas y accesorios Sajú. Pero, también se cuentan las historias de quienes no sobresalen en redes sociales u otros escenarios, personas normales que han aprendido a sacarle una buena partida a las oportunidades que se les presentan.
La idea de difundir su voz surgió de Acevedo, politólogo y abogado, que prefirió las cámaras y los micrófonos, antes que los estrados, pues a los 39 años ha pasado por la mesa de trabajo de RCN Radio y es el actual director de Noticias RCN. Además, plasmó en cada una las 287 páginas del libro la oportunidad de aprender de ‘los chiquitos’ de la sociedad y de que el lector se cuestione constantemente: ¿qué estoy haciendo con mi vida?, ¿realmente voy hacia dónde quiero?
Tengo 23 años, la edad para estar en ese grupo, pero aún no he hecho nada significativo para estar allí. Apenas inicio mi vida profesional. Tampoco sé muy bien hacia dónde voy y admito que al leerlo me llené de energía para comerme el mundo, pero también de una sensación abrumadora que, tal vez, me hace sentir que voy tarde. Estas son las preguntas que, al igual que muchos jóvenes profesionales, tenemos sobre el éxito, cómo es resaltar entre la multitud y sobre lo que pensó Acevedo, al entrevistar a los más tesos del país.
Usted también es menor de 40. ¿Cree que, si no fueras el autor del libro, estuviera en él?
Más que pensar en incluirme en el libro, me encantó facilitar las conversaciones que tuvimos con cada uno de los jóvenes que aparecen allí. Estoy raspando los 40 y encuentro en esos jóvenes un motivo de inspiración real, un sacrificio, dedicación y esfuerzo que merece la pena ser contado.
¿De dónde salió la idea?
Parte de trabajar en medios de comunicación es vivir saturados con la información que todos los días llegan, con la agenda que mueve al país. En algún momento le propuse a Luz Ángela Sarmiento y Andrés Mompotes, director de EL TIEMPO, que fueron los grandes padrinos de esta iniciativa, salirnos un poquito de esa realidad asfixiante y explorar unos perfiles que eran invisibles o que eran visibles, pero sin el suficiente reconocimiento y aprecio por lo que están haciendo. Así nació ‘Los 40 de menos de 40’.
Tuve la aceptación de los directivos para darle rienda suelta a esta iniciativa y la verdad es que, desde el primer sábado hasta el último, encontraba gente que me decía: “que rico poder hablar de otras cosas, qué rico poder salirnos, escaparnos de esa realidad y reconocer que en ella también están estas personas que lo están haciendo bien”. Porque siento que tenemos una fascinación por hablar de las cosas malas que nos pasan, de los malos y dejamos de lado a los buenos, que son muchos en este país.
¿Cuáles fueron los criterios para hacer esta lista?
Fue dificilísimo seleccionarlos, porque en la medida en que se iban publicando las historias surgían recomendaciones y sugerencias de nombres, todos igual de interesantes y esto hace que el proyecto tenga continuación, seguramente el año entrante. Si te pones a ver, es muy equiparable la presencia de gente de la costa, de Medellín, del Pacífico, los Santanderes.
Luego tienes una variedad de oficios y ocupaciones, los protagonistas no solo son empresarios y terminas dándote cuenta de que es una generación polifacética, que no está encasillada en una sola corriente y por eso nuestro criterio fue ser plurales a la hora de consolidar este libro.
¿Por qué los 40 son una edad especial? ¿Qué pasa en esta edad a nivel profesional y a la hora de encontrarse a uno mismo?
Podría ser un listado de menos de 30 o de menos de 50, pero al final me parece que los 40 permitieron definir una mayoría de población colombiana que estaba en ese rango. Esta generación de la que hablo equivale a 33 millones de personas, es la mayoría en un país que tiene 50 millones de habitantes. Hablar de ese límite nos permitió abarcar una generación que está compuesta por distintos rasgos, distintas personalidades, con algunas similitudes que valía la pena resaltar. Finalmente, una persona que tiene menos de 40, tiene más futuro que pasado.
¿Cuáles cree que son las fortalezas y debilidades de cada una de estas generaciones?
Hay un tema muy similar que encontré en cada una de las historias. Estas generaciones valoran mucho el estar en una familia. Siempre se menciona una mamá abnegada, que hizo lo imposible por sacar adelante a su hijo o a unos abuelos que inspiraron esa generación que vienen detrás. Ese elemento familiar a mí me llamó la atención y se replica en la mayoría de las historias. Entre los jóvenes hay unos un poco más soñadores, otros más pragmáticos, pero que al final la están rompiendo por igual en cada una de sus áreas. Ahora, es verdad que entre más jóvenes son, hay una ilusión mucho más prolongada, un deseo de cambio mucho más notorio. Entre más te vas acercando a ese límite de los 40 años se impone la experiencia que han acumulado durante años y que les ha permitido darse cuenta de que la vida tiene unas dificultades.
No todos los personajes son millonarios, poderosos o ejecutivos, que pueden ser las figuras tradicionales que se ligan al éxito, ¿qué vio en ellos que le llamó la atención?
Me enfoqué mucho en los obstáculos porque la vida no es color de rosa, ni para el empresario, ni para el líder social que se está abriendo un camino en sus territorios. Uno de los casos que más me impactó fue el de Lali, un muchacho del Pacífico que está tratando de ser un influencer alrededor de los temas que le preocupan a su comunidad y las negritudes en el país. La idea de enfocarse en los problemas en que han tenido y en cómo los fueron superando, es una constante en cada una de las 40 entrevistas y eso es lo que me parece más valioso y rescatable. Cada una de estas vidas no son perfectas, inmaculadas. Por el contrario, tienen un montón de complejidades y esos jóvenes las abordaron en las entrevistas con una franqueza y con una posibilidad de dar lecciones de vida que me parecen bien interesantes.
Y para usted, ¿qué es el éxito?
En nuestra sociedad nos han metido que el éxito es igual a tener una buena profesión, dinero o haber alcanzado la meta máxima en donde tú te mueves y te desarrollas, pero cada vez que me acercaba a este tipo de historias iba haciendo reflexiones en mi vida personal y me iba dando cuenta que el éxito se asemeja más a construir felicidad en lo que haces, así que si al final me pregunta si soy exitoso te diría que soy feliz con lo que hago.
En el prólogo se menciona que cuando se quiere, se puede. ¿Realmente cree que es así?
En todos los casos hay una dosis pequeñita de suerte y hay que contar con ella, pero en los casos memorables, que se convierten en referentes y en ejemplo, hay una inmensa dosis de sacrificios, de esfuerzo, en las que se superan las veces que te dicen que no. Eso me hace creer que, a pesar de las adversidades, de un sistema complicado, de un país con dificultades como el nuestro, los colombianos que son exitosos han logrado remontar todos esos problemas a partir de una voluntad enorme de cambio, de transformación, de persistencia y tolerancia al fracaso, hasta encontrar el sí.
¿Por qué decirle a un joven que se quede en Colombia?
En el libro está el caso de Jezid Miranda, un muchacho que también tuvo muchas oportunidades en el exterior, siendo médico, y decide regresar, no a Bogotá sino a Cartagena y a sus zonas más profundas. Y es que cuando le pregunté a los colombianos -que están triunfando en el exterior- si estaban dispuestos a trabajar por el país o volver, las respuestas siempre eran un sí o mencionaban que ya estaban convirtiendo al país en un mejor lugar. Esto es porque hay un sentido de la colombianidad auténtica y real en esta generación de jóvenes, que se debería empezar a valorar y explotar mucho más. No importa que vivas aquí o afuera, al final si te sientes tan colombiano como estos jóvenes, que están incluidos en estas historias, seguramente desde donde estés puedes prestarle un servicio al país.
¿Cómo cree que sería Colombia si tuviera en cuenta la opinión de los jóvenes?
No hubiese tanto rencor. Sería un país más dispuesto a acuerdos y a generar consensos, porque esto es lo que se le tiene que reconocer a los jóvenes. Ojalá los más pequeños, en la medida en que vaya creciendo, no se contaminen de esos males que tienen las generaciones de nuestros padres o de nuestros abuelos. Porque en cada uno de estos perfiles con los que hablé y en todas las historias que todavía nos faltan por contar, están quienes asumirán el poder. Ojalá lo hagan con la consciencia de un colectivo y no desde la individualidad.
¿Alguna vez pensó en que lector podría pasar de sentirse empoderado a abrumado por lo alcanzado por otros?
La respuesta franca es que siempre vi en las personas que entrevisté una inspiración, pero ahora que una persona de menos de 40, de hecho de menos de 25 me está haciendo esta pregunta, me pongo a pensar que estos referentes también implican una presión para quienes están leyendo el libro y a lo mejor no hayan alcanzado todo lo que los entrevistados han podido hacer. Sin embargo, yo rescataría de todo, la capacidad de vencer los obstáculos. Todas las historias son reales, de gente que hizo énfasis en los problemas y en cómo encontraron soluciones. Y hay que resaltar que la vida está constituida de muchas cosas buenas, pero también de muchos obstáculos a vencer, entonces desde ese punto de vista me parece que es inspirador. Yo no creo que genere frustración en el lector, pero sí, retos y preguntas alrededor de lo que podemos hacer, de cómo dar la milla extra.
¿Qué factor en común tienen estos personajes?
Un sentido del optimismo basado en los hechos reales y no en ilusiones. Todos son optimistas racionales, saben que la vida no es fácil. Como dice Lali: “hay muchas razones para no ser optimista y de todas formas sonrío”. Yo creo que al final todos comparten también ese elemento, en que sonríen, aunque tengan muchas adversidades o muchas realidades difíciles y adversas.
Me robo algunas de las preguntas que hizo a sus entrevistados: ¿Qué consejo daría a una persona de menos de 40 para que encuentre su lugar y sea exitoso en él?
Que haga lo que lo hace más feliz. Aunque le digan que eso no da plata, que eso no es lo que se merecería, aunque le pongan mil trabas. Yo creo que la mejor manera de salir adelante es haciendo lo que a uno lo hace genuinamente feliz.
¿Por qué ser optimista en un país como el nuestro?
Porque hemos pasado por situaciones mucho más graves, que las que ahora enfrentamos y las hemos superado como país. Somos muy duros dándonos palo y diciendo que como nación somos fracasados. Tenemos una visión de derrotismo instalada en nuestra manera de ser y de concebir las cosas, aun así hemos salido adelante de momentos muy oscuros y difíciles en la historia de toda Colombia. El optimismo se debe basar precisamente en esa capacidad de resiliencia del colombiano, en la reinvención y creatividad a la hora de asumir desafíos y eso hace que esos elementos nos permitan ser optimistas racionales. Eso es lo que nos demuestran los 40 de menos de 40, con su talento.
Y si alguien le pregunta a otra persona quién es usted, ¿cómo le gustaría que lo presentaran?
Como una persona que ha facilitado procesos, que facilita conversaciones todos los días, que es capaz de visibilizar a la gente que lo está haciendo bien. En ese sentido, que me muestren como una persona que hace las preguntas adecuadas para que otros cuenten su historia. Creo que eso es lo que he hecho en los últimos años de mi vida.
¿Quiénes han sido esos maestros o maestras que le han enseñado a contar historias?
He trabajado con personas tan valiosas como Yolanda Ruiz, Claudia Gurisatti, Juan Lozano y han permitido que que todas estas historias y que todo este proceso de formación se haya dado. Por supuesto, RCN que me permite crecer todos los días y EL TIEMPO que, desde hace un mes, me había abierto las puertas como columnista y además ahora, pues como entrevistador en esta serie de ‘Los 40 de menos de 40’.
María Jimena Delgado Díaz
Periodista de Cultura
@mariajimena_delgadod