El foco de tensión entre Argentina y Venezuela por el asedio del gobierno de Nicolás Maduro a la embajada argentina en Caracas se extendió esta semana a otras latitudes de la región, luego de que los países latinoamericanos habían guardado silencio ante la posible detención arbitraria de los colaboradores de María Corina Machado que se resguardan en la sede diplomática.
Esta semana, Colombia jugó un papel crucial sobre esta pelea que se agravó tras la detención del gendarme argentino Nahuel Gallo por parte de las autoridades venezolanas justo cuando intentaba ingresar por la frontera desde Cúcuta.
Debido a este episodio, pero en especial por los reclamos ante el silencio por el asedio a la embajada y la violación de la Convención de Viena y la Convención sobre el Asilo Político que les otorga inmunidad a estos lugares diplomáticos, finalmente, Bogotá se pronunció.
El canciller colombiano, Luis Gilberto Murillo, indicó el martes que Maduro solicitó salvoconductos para el exvicepresidente de Ecuador Jorge Glas, ahora preso en Guayaquil, y para “una persona muy cercana al Gobierno de Venezuela”, presa en Argentina, como canje para darles salida a los seis opositores refugiados.
Este diario reveló que la persona en Argentina en cuestión era la dirigente social, Milagro Sala, acusada de malversación de fondos, sentenciada a 13 años de cárcel y una leal seguidora y aliada del chavismo.
La revelación de Murillo abrió un debate de vieja data, pero vigente, y es que, a pesar de cualquier señalamiento, Maduro siempre pone condiciones a la comunidad internacional para cumplir con reglas o estándares mínimos de democracia y respeto a los derechos humanos. Exigencias que muchas veces no son recíprocas, pues Maduro no cumple con su parte.
Eso ya ha quedado demostrado en los más de 14 diálogos que el chavismo ha emprendido con la oposición, cuyos líderes terminan en la cárcel, en el exilio o sin ninguna garantía.
También ocurrió con Washington y la administración de Joe Biden, quien liberó a los sobrinos de la primera dama Cilia Flores –acusados de narcotraficantes y presos en Estados Unidos–, y a Álex Saab, acusado de lavado de dinero y que estuvo preso en Florida.
La Casa Blanca también levantó una serie de sanciones sobre la estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA) y permitió transacciones. Todo esto a cambio de elecciones libres y liberar a todos los presos políticos. “Nada de esto ocurrió y Maduro se salió con la suya como siempre. Pone condiciones, los países se las cumplen y él no hace ningún esfuerzo”, dijo a este diario el politólogo Carlos Zambrano. Luego de las declaraciones de Murillo, Caracas no ha emitido comentarios y se mantiene la vigilancia sobre los opositores venezolanos refugiados en la sede diplomática.
“Trata de canjearnos como herramienta de negociación para ayudar a sus compinches tránsfugas y cómplices (…) y jugar con la vida de los demás violando todas las normas del derecho internacional”, mencionó el viernes Omar González, uno de los refugiados.
Dividir a la oposición
Desde hace nueve meses, Magalli Meda, Claudia Macero, Pedro Urruchurtu, Omar González, Humberto Villalobos y Fernando Martínez están en la sede diplomática argentina, pero, sorpresivamente, el jueves en la tarde, Martínez salió, se entregó a las autoridades y ahora está en su casa.
Los que siguen adentro están sin electricidad ni agua desde hace casi un mes y con pocas reservas de alimentos. Las cinco personas son aliados clave de Machado.
Sin embargo, en el caso de Martínez, este no ocupaba ningún cargo dentro del partido Vente Venezuela, liderado por Machado.
No obstante, esta salida ha causado extrañeza e incluso temor por el papel que podría haber jugado Martínez, sobre todo por el asedio que se mantiene a la sede y las constantes amenazas que hace el ministro de Interior y Justicia, Diosdado Cabello, de apresarlos a todos.
Según un comunicado de la Fiscalía venezolana, Martínez –exministro del expresidente Carlos Andrés Pérez– se presentó “voluntariamente” al órgano de justicia y ahí declaró sobre “los graves hechos violentos, conspiratorios y desestabilizadores que se vienen organizando desde la mencionada sede diplomática”.
Pero nadie en la oposición se ha pronunciado y prefieren ser cautelosos, incluso los que permanecen en la sede. Extraoficialmente se conoció que la salida del opositor se habría dado con mediación de la Embajada de Suiza, que además esta semana tomó la custodia y representación de la Embajada de Ecuador después de que Quito rompió relaciones con Caracas.
“Esperamos más información sobre Fernando. La verdad es que fue muy extraño e inesperado, queremos saber más”, dijo a EL TIEMPO Eugenia Olavarría, hija de la refugiada Magalli Meda.
Sin embargo, Olavarría reiteró que lo “importante” en este momento era centrarse en la “prioridad” que es la “liberación de Venezuela”
Ella insistió en que, si bien es “una película de terror”, lo que vive su madre y los más de 1.900 presos políticos en el país, “el trabajo que han hecho (los opositores) es irrepetible y la oportunidad de defender el voto es irrepetible en Venezuela y no volverá a haber una oportunidad como esta para salir de la dictadura”.
Así las cosas, cuando faltan pocos días para el 10 de enero, día en el que tomaría posesión Nicolás Maduro como presidente de Venezuela –aunque Edmundo González insiste en que ese día estará en Caracas tomando posesión–, Colombia ha acelerado en los últimos días su posicionamiento público sobre lo que ocurre en el país vecino y en específico con la situación de los refugiados en la Embajada de Argentina en Caracas.
Ahora se sabe que Bogotá no solo se ofreció para asumir la custodia de la sede diplomática argentina –en posesión de Brasil– sino que medió para que se entregaran los salvoconductos a los opositores, algo que no tuvo efecto, tal como la propuesta para una transición, la cual elaboró el embajador de Colombia en Caracas, pero que fue ignorada por Maduro.
“Lo que sucede con la Embajada de Argentina es una muestra de cómo Maduro es una calamidad para la región, solo trae problemas”, insistió Zambrano.
Con la detención del gendarme argentino no solo se complican las relaciones con Buenos Aires, sino que Caracas está sentando un precedente diplomático al asediar la embajada en la que, según los refugiados, sobrevuelan drones y funcionarios con armas largas vigilan desde las casas vecinas. A los lados de esta sede se encuentran las embajadas de Rusia y Corea del Norte.
Llama la atención en este entramado regional que el Gobierno venezolano mantenga apresados a ciudadanos de diferentes países, asegurando que tramaban atentados en contra de Maduro.
Según una lista publicada el viernes por el Instituto Casla, se trata de al menos 18 extranjeros detenidos en Venezuela, de los cuales hasta el momento no se tiene información, incluso, las representaciones consulares no han podido establecer contactos.
Lo que sucede con la Embajada de Argentina es una muestra de cómo Maduro es una calamidad para la región, solo trae problemas
Carlos zambranoPolitólogo
Casla asegura que los presos son: Manuel Alejandro Tique Cháves (Colombia), Arlei Danilo Espitia Lara (Colombia), Jorge Marcelo Vargas (nacional de Bolivia y Estados Unidos), Said Awuada (Líbano), Jonathan Pagan González (Estados Unidos), David Estrella (nacional de Estados Unidos y Ecuador), Aaron Barren Logan (Estados Unidos), Gregory David Weber (Estados Unidos), David Gutenberg Guillaume (Estados Unidos), y Wilbert Joseph Castañeda (Estados Unidos). Jan Darmovrzal (República Checa), Marianela Shung (Perú), Narden Paredes (Perú), Renzo Yasir Huamanchumo (Perú), José María Basoa (España), Andrés Martínez Adasme (España), Fabián Buglione (Uruguay) y Nahuel Gallo (Argentina).
Según Diosdado Cabello, estos ciudadanos están involucrados en actos de desestabilización. “Aquí lo que se ve es que son piezas de canje, como ya es una táctica que le ha funcionado con Estados Unidos, quieren replicarla”, dijo una fuente opositora anónima.
ANA MARÍA RODRÍGUEZ BRAZÓN – CORRESPONSAL EL TIEMPO – CARACAS