En la noche del jueves 9 de enero, el Teatro Adolfo Mejía de Cartagena recibió toda la influencia de la música española que se podía esperar, después de que sonara el ‘Concierto de Aranjuez’ y la recopilación de canciones populares que hizo el poeta Federico García Lorca, a principios del siglo XX.
De la gran obra de Joaquín Rodrigo, ‘Concierto de Aranjuez’, se había hablado durante la semana como un emblema de la música de la posguerra española y como “el sueño de todo guitarrista”.
La canción tiene un adagio, que es el tiempo en el que se ejecuta la pieza, popular e interpretado por por múltiples figuras a lo largo de la historia
Los músicos de la Orquesta Sinfónica de Castilla y León ocuparon el escenario pasadas las 7:00 p. m. Thierry Fischer, director de la orquesta, apareció unos minutos más tarde entre los aplausos del público, vestido totalmente de negro. De último salió Rafael Aguirre, que se presentaba en el país 47 durante su carrera como guitarrista.
En los días anteriores, Aguirre le había confesado a EL TIEMPO que consideraba a ‘Concierto de Aranjuez’ como “la composición más famosa y más tocada de la música española”. No mentía. La pieza compuesta en 1939 por Rodrigo hechizó a todos los espectadores del teatro, que no despegaban la vista de las cuerdas que tocaba el malagueño.
Lo curioso de esa primera obra que Joaquín Rodrigo compuso para guitarra y orquesta, es la confrontación entre el ensamble sinfónico con el instrumento de cuerdas, que nunca se diluye sino que destaca durante toda la pieza.
Parecía que nadie en el público era capaz de mirar más allá de los trastes de la guitarra de Aguirre, que tocaba con fluidez, mientras que Fischer dirigía a una orquesta exacta en todo momento, sin pretensiones de protagonismo.
El ensamble tocó por menos de una hora, el público anticipó el aplauso antes de la última nota. Fischer se dio media vuelta, agradeció a Aguirre y abandonaron el escenario para el intermedio.
El flamenco de García Lorca
No es ningún secreto que el amor de Federico García Lorca por las tradiciones de su cultura trascendió a su obra. Los poemarios ‘Romancero gitano’ (1928) y ‘Poema del cante jondo’ (1931) exaltaron las tradiciones populares del sur de España y dieron a conocer por buena parte del mundo el espíritu del ser gitano.
A él, que lo han nombrado como “el más flamenco de los llamados poetas cultos”, no se le escapó la noción del olvido y la necesidad de dejar la evidencia escrita de la herencia musical de su época.
Fue un defensor de ultranza de la industria de la grabación: “Ha llegado la hora de sustituir los imperfectos cancioneros actuales con colecciones de discos de gramófono, de utilidad suma para el erudito y para el músico”, llego a decir el poeta nacido en Fuente de Vaqueros.
En 1931 aprovechó sus dotes como pianista aceptable y grabó, junto a la polifacética Encarnación López, ‘La Argentinita’, 10 de las 13 canciones de época que se sabe fueron copiladas por el artista. Llamadas comúnmente como ‘Canciones españolas antiguas’.
La letra de estas piezas ha sido debatida durante años por diferentes académicos, como Miguel García Posada. Pero cuando Marina Heredia, la granadina cantaora de flamenco, se paró en el escenario junto a la orquesta de Fischer, parecía que recitaba al poeta y el dolor flamenco inundó al teatro.
‘Anda, Jaleo’ y ‘El café Chinitas’ abrieron el repertorio, con un par de fiestas que rozaban la declamación. Detrás de los músicos, proyectaron en una pantalla azul las letras, en inglés, de las canciones llenas de escenas e historias.
“No salgas, paloma, al campo, mira que soy cazador, y si te tiro y te mato, para mí será el dolor, para mí será el quebranto”.
Decía Heredia, entre semana, que “el prisma que tenía García Lorca para desarrollarse como artista ha sido importantísimo para los flamencos, por todo lo que influyó en su última época”.
Siguieron ‘Las morillas de Jaén’, ‘Zorongo’, ‘Romance de Don Boyso’ y el público movía, adelantaba los aplausos y algunas mujeres susurraban letras conocidas entre los labios.
Seguramente, fue el lamento de ‘Los mozos de Monleón’, el que terminó por devastar al público en ese dolor que un día el poeta quiso dejar para la historia, al grabar las ‘Canciones españolas antiguas’.
No es coincidencia que Heredia se haya tomado tan bien en su voz a García Lorca. La cantante asegura que lo ha vivido mucho en su vida, porque su familia es amiga de la del poeta fusilado a los 38 años, en Viznar, España.
El cierre, cerca de las 9:00 p. m., con ‘Nana de Sevilla’ y ‘Seguidillas del siglo XVIII’ mereció los aplausos de todos los espectadores del Teatro Adolfo Mejía, que parecía entregado a un acontecimiento único.