Luego de una ofensiva relámpago de solo once días, que recuerda lo sucedido en Afganistán, los ‘rebeldes’ de Siria han tomado posesión del occidente del país, región en la cual se encuentran las principales ciudades: Alepo, Homs y Damasco.
Después de que el presidente Sirio huyó in extremis hacia Rusia, los ‘rebeldes’ se han convertido en la autoridad de facto. El ejército Sirio, triunfante en la guerra civil de 2011-2016 y en rebeliones locales posteriores, desistió de entrar en combate. Los ‘rebeldes’, incluso, liberaron desde el final de su avanzada, el domingo, una célebre prisión del norte de Damasco, un simil con los sucesos de la toma de la Bastilla en París, hace mas de dos siglos.
Cinco preguntas requieren respuesta: ¿Quiénes son los rebeldes? ¿Cómo fue posible un triunfo tan inmediato y contundente? ¿Quiénes son los grandes ganadores y perdedores en Siria? ¿Qué le espera al país? ¿Qué sigue en la región del Medio Oriente, fuera de Siria, pero como consecuencia de estos hechos?
Este artículo trata de aportar los elementos centrales para el entendimiento de estos temas. Veamos:
Los ‘rebeldes’ son varios grupos no identificables con una sola corriente: en el noroeste de Siria, en la Provincia de Idlib, se refugiaron durante la guerra civil de 2011 a 2016 los reductos de un grupo islamista radical que provenía de Al Qaeda. Recordemos que estamos hablando del grupo multinacional islámico que se inició en Afganistán, contra la invasión Soviética de 1979, y que fue bien visto por Occidente, dada su funcionalidad en el viejo conflicto Este-Oeste. Sin embargo, Osama Bin Laden, su fundador e inspirador inicial, declaró la guerra a Occidente en 1975, y fue el responsable de los atentados en Nueva York y Washington en 2001.
Difícilmente, la version chií del Islam (los alawíes) podrá gobernar Siria en mucho tiempo, como venía haciéndolo. Los países del golfo, incluidos los que venían alimentando una visión salafista, son también grandes ganadores, frente al ‘laicismo’ político de Al Asad.
Lo curioso es que los mayores enemigos de los militantes de Al Qaeda en Siria no fueron las potencias occidentales en su momento, sino el llamado ‘Estado Islámico’, grupo más populista que intentó el establecimiento de un Califato (autoridad civil, religiosa y militar como un todo) en Irak y Siria.
El grupo de militantes de Idlib, cercanos a Al Qaeda, lograron sobrevir en buena medida gracias al apoyo brindado por el Gobierno turco. Son sunníes, como sus opositores radicales del Estado Islámico. Se dice que también han recibido apoyos de fuentes financieras del Golfo, y quizás en esta oportunidad, de países occidentales. En 2016, su líder decidió romper oficialmente con Al Qaeda (o así parece) , y abandonó el nombre de su organización (llamada Al Nusra), por otro más novedoso, a partir de 2017: la Organización para la Liberación del Levante, Hayat Tahrir Al Sham (también conocida ahora como HTS). Son ellos, el núcleo de la exitosa rebelión en el oeste de Siria, que ha derrumbado 50 años de gobierno del Partido Baaz. El gobierno de los Asad era una versión ‘laica’ del islam, comandado por una familia líder de un grupo etno-religoso cercano a la versión shií: los alawíes.
Estos rebeldes, procedentes del noroeste, (de Idlib, como se ha dicho, en la frontera con Turquía), pudieron avanzar de manera fulgurante sobre Alepo, una ciudad cargada de historia, que fue sometida en 2016 a un inclemente bombardeo ruso: los ‘rebeldes’ siguieron luego su marcha hacia el sur, tomando la carretera que une Alepo con Homs, hasta Damasco.
Son pues sunníes, pero fundamentalistas de corte salafista (de inspiración saudí), y apoyados en lo fundamental por Turquía y otros países de la región. Enemigos jurados de los Alawíes, los triunfadores cabeza visible de la rebelión son profundamente antichiíes y antiiraníes, y no ven con buenos ojos al Hezbolá de vecino Líbano.
Pero su veloz avance hacia el sur fue posible porque entre Homs y el sur del país, en límites con Líbano e Israel, han existido grupos islámicos suníes que de alguna manera han disputado el poder local, como una especie de guerrillas muy diversas, frente al régimen de Al Asad. Esos grupos no identificable los unos con los otros, son más bien milicias, con fuentes de financiación y logística que no están unificadas.
Los ‘rebeldes’ son varios grupos no identificables con una sola corriente: en el noroeste de Siria, en la Provincia de Idlib
Pero lo que sucede en el Occidente de Siria no es semejante al resto del país. En el nororiente, la presencia militante kurda (también suní, pero más moderada, y étnicamente compacta) es evidente. Por otra parte, en el centro del país, la línea que sigue en parte el Tigris al oriente y el Éufrates del centro hacia el norte, es área de dominio del Estado Islámico, que sigue activo en el centro y norte de Siria. Recordemos que el ‘Estado Islámico’ fue visto en sus comienzos con cierta simpatía por algunos, porque era una especie de ‘cuña’ que en Irak y Siria podía dividir los territorios de influencia del chiismo en su proceso de extensión desde Irán hasta Líbano. En cuanto al Norte de Siria propiamente dicho, tiene áreas de influencia e incluso de ocupación parcial turca, también con inspiración antigubernamental.
Existe una gran diversidad entre los movimientos antialawíes y por ende anti-Al Asad. Son de diferente ideología y composición, aunque con un elemento común: Son suníes, y tratan de interponerse en el camino chií entre Irán y Líbano. Algunos, como los kurdos, son moderados y buscan independencia nacional en sus territorios (para preocupación de Turquía e Irak). Pero otros son radicales e internacionalistas, con una agenda que pone la Sharia o Ley Islámica por encima de cualquier otra consideración.
Lo curioso es que el Estado Islámico sigue teniendo el poder en la región norte central de Rakka, que tiene un peso simbólico profundo: se atribuye al propio profeta Mahoma la afirmación de que Rakka sería el centro de grandes luchas, y que de allí surgiría un ejército poderoso que a nombre del Islam dominaría toda la región.
La rapidez de la acción y la contundencia del triunfo rebelde, se explican, pues, por varias razones: el desgaste de Al Asad pudo ser posible porque el apoyo chií puede haberse visto perjudicado por la necesidad Iraní de antocontención en la actualidad; también por los golpes propinados por las operaciones de Israel a Hezbolá, y a los militantes chiíes de Siria y Líbano; igualmente, a la poca capacidad de involucramiento de la aviación rusa, ocupada como está en los acontecimientos de Ucrania; y finalmente, a la pésima situación económica de Siria desde la guerra de 2011-2016. El hostigamiento de las fuerzas opositoras había sido permanente. Pero, lo que muy pocos esperaban, era la rapidez de relámpago de la ofensiva, que ha dado al traste con un régimen de más de 50 años entre padre e hijo.
Los grandes ganadores:
Ante todo, los suníes, que ahora estarán en el poder en Damasco, y que logran con esta victoria cortar en dos los territorios chiíes entre el este y el oeste. Difícilmente, la version chií del Islam (los alawíes) podrá gobernar Siria en mucho tiempo, como venía haciéndolo. Los países del golfo, incluidos los que venían alimentando una visión salafista, son también grandes ganadores, frente al ‘laicismo’ político de Al Asad.
Quizás algunos países occidentales tengan ahora la esperanza de que las tres grandes bases rusas (una aérea, standard; otra de helicópteros y una tercera, esta vez naval), tengan comprometida su continuación en la región.
En los últimos días se ha sabido que es probable que haya existido un compromiso entre Rusia y los rebeldes: dejar hacer, a cambio de respetar en especial las posiciones estratégicas aérea y naval de Rusia en la zona del Mediterráneo. Un hecho de realpolitik.
Turquía podría ser un gran ganador, en la medida en que puede ampliar su influencia en el norte de Siria hasta el este. Seguramente aspira a que no exista un Estado kurdo que podría hacer peligrar su propia unidad nacional. Es previsible que la posición turca sobre Siria sea la de tratar de impedir su fragmentación.
Una consideración geopolítica: si la ofensiva exitosa hubiera sido posterior al 20 de enero, se hubiera podido pensar, incluso, en un acuerdo entre Trump y Putin, para concesiones mutuas en Ucrania y en Siria.
Quizás, Israel sea un ganador también, en la medida en que debilita al frente proiraní. Ahora ha tenido mano libre para destruir por completo el potencial aéreo y antiaéreo, y buena parte de los depósitos de armas y municiones del antiguo ejército de Siria. Tendría interés en la fragmentación del país. Por otra parte, ha estado liberando el corredor que desde el Golán (límites con Siria) existe en la zona desértica, hasta la región oriental, a muy poco tiempo de vuelo hacia Irán, sobre territorio iraquí. Si se suma a este hecho el rumor de que en el bombardeo reciente a Irán pueden haber sido destruidas bases e instalaciones antiaéreas de importancia estratégica, es posible prever la continuación.
Como grandes perdedores, estarían los chiíes de Siria y Líbano. Luego, Rusia, que se queda sin un aliado importante en la región. También pierde la visión ‘laica’ y moderada del Islam, porque los ‘rebeldes’, por lo menos los del lado occidental del país, no parecieran cercanos a formas moderadas.
¿Qué le espera al país?
Hay fuerzas centrífugas poderosas que pudieran llevar a Siria a una especie de partición. Un área norte, más cercana a Turquía; una occidental, con dos áreas de influencia: en el norte, de la misma Turquía; y en el Sur, de los países del golfo e incluso influencia israelí. Por otra parte, un área chií concentrada en los límites del Líbano; y un área central del país con reductos de Estado Islámico. En el noreste hay un área extensa con pretensiones kurdas de autonomía o incluso más, con apoyo de EE. UU. y la UE.
A falta de una autoridad central fuerte, sería un verdadero milagro si pasara algo distinto a la situación actual de fraccionamiento de Libia, o de Sudán.
Una consideración geopolítica: si la ofensiva exitosa hubiera sido posterior al 20 de enero, se hubiera podido pensar, incluso, en un acuerdo entre Trump y Putin, para concesiones mutuas en Ucrania y en Siria. Como se dio en la parte final del período Biden, no es tan claro que haya acuerdos en esta direccion. Quizás los ‘rebeldes’ y sus auspiciadores regionales e internacionales han simplemente aprovechado un vacío y una coyuntura que les ha sido propicia. O quizás la han propiciado.
Para las próximas semanas, habría que hacer seguimiento a varios hechos: Si el grupo HTS se hace con el poder exclusivo en Damasco, o si habrá una coalición temporal. Si habrá algún avance por tierra de Israel más allá de la Meseta del Golán.
Si prosiguen las operaciones aéreas de EE. UU. en la zona central, contra ‘Estado Islámico’. Se habla de más de 200 operaciones importantes en la última semana. Si Israel tiene vía libre, políticamente hablando, para una operación aérea de envergadura frente a las centrales de enriquecimiento nuclear de Irán. Si se logra conservar, así sea desde el punto de vista formal, la fragmentación de hecho que ya existe en Siria, o si el resquebrajamiento sería mayor, al estilo de Libia o Sudán. Si Rusia logra conservar sus bases aérea y naval en la costa del Mediterráneo.
*Master en Estudios de Asia y África (énfasis en Medio Oriente), PhD en Relaciones Internacionales.