Los “narcos invisibles” o “de cuarta generación” son aquellos que evitan cualquier exposición pública, que llevan vidas aparentemente normales y operan detrás de estructuras que parecen legales. Pueden ser hombres de negocios, o dueños de establecimientos de hostelería, como un discreto narco arrestado recientemente en Tenerife que además era propietario una farmacia y un centro educativo. Ese perfil bajo, unido a la movilidad internacional, hace que puedan pasar años sin ser identificados por las autoridades. Cinco personas con este perfil han sido detenidas en una operación de la Guardia Civil y la Policía Nacional de Colombia con la que se ha dado por desarticulada una organización con capacidad para introducir en Europa 120 toneladas de cocaína al año y se han intervenido 10 toneladas de esa droga tanto en puertos sudamericanos como europeos.
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