En mis viajes siempre procuro asistir a conciertos que me permitan entender la cultura local a través de su música, sea esta folclórica, popular, moderna o clásica. En las grandes ciudades del mundo las temporadas orquestales ofrecen una magnífica oportunidad para coincidir con algún programa llamativo, y en mi caso tuve la suerte de presenciar un concierto de la Orquesta y el coro de la Academia Santa Cecilia ofrecido en el Parco della música de Roma, el pasado jueves 16 de enero.
Este complejo teatral diseñado por el arquitecto Renzo Piano tiene tres salas y una programación muy activa y apreciada. El Stabat Mater de Rossini fue la pieza central del programa y resultó perfecta para oír la obra de un compositor italiano cantada, tocada y escuchada por sus propios compatriotas, una feliz coincidencia.
El director coreano Myung Whun Chung logro una versión que destaca el profundo dominio del canto de Rossini, que distribuye hábilmente la melodía entre los solistas y el coro, apoyándolos permanentemente con las diferentes secciones de la orquesta. Pero el mayor acierto de Chung consistió en resaltar las partes corales de una forma que nos hizo levitar por momentos con diminuendos hipnóticos a cargo del coro y misteriosos silencios de ultratumba.
Entre las anécdotas que rodean la creación de esta obra está la colaboración de otro compositor encargado por Rossini para escribir tres segmentos de esta misa, un curioso caso de subcontratación que a veces ocurre. Aunque es comprensible que después de haber trabajado tan intensamente en tantas óperas, Rossini necesitara un apoyo externo.
La notable preparación del coro en los fraseos y las dinámicas nos regaló momentos sobrecogedores en los que el auditorio completo, con una capacidad para 3.000 espectadores, quedaba mudo y en vilo esperando el regreso del sonido tranquilizante. De los cuatro solistas de esta misa de réquiem se destacó el tenor Levy Sekgapane por su voz limpia y potente, así como su nítida técnica vocal que me permitió seguir el texto a pesar de mi desconocimiento del latín.
Estas experiencias artísticas en los viajes son momentos estelares que dejan un recuerdo imborrable de cada cultura visitada. Asistir a conciertos significativos es quizás la mejor forma de conocer el alma de un país.
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