MAMOUDZOU, Mayotte — Luego de que un ciclón brutal arrasó el mes pasado con barriadas que albergaban a muchos inmigrantes indocumentados en el territorio insular francés de Mayotte, Safina Soula no derramó ni una lágrima.
Como la líder de una organización activista que representa a residentes de Mayotte, Soula apoyaba incondicionalmente una operación que las autoridades francesas iniciaron en el 2023 para destruir las barriadas y deportar a inmigrantes indocumentados, que en su mayoría provienen de las cercanas Islas Comoras.
Llamó al ciclón “un Wuambushu divino” —usando el nombre de la operación de demolición, y añadió, “ahora el Estado debe reaccionar rápidamente y prohibir la reconstrucción de estas barriadas”.
El ciclón Chido, que azotó el 14 de diciembre y cobró al menos 39 vidas, ha agravado las tensiones ya peligrosas sobre la inmigración en Mayotte, un archipiélago frente a la costa este de África.
Luego del desastre, el Ministerio del Interior de Francia afirmó que casi un tercio de los 320 mil residentes de Mayotte eran inmigrantes indocumentados.
Muchos mayotenses han culpado durante mucho tiempo a los inmigrantes de cometer delitos y agotar recursos. Mayotte, donde casi el 80 por ciento de los habitantes vive en la pobreza, es el lugar más pobre de Francia.
Los habitantes de Mayotte y Comoras comparten un linaje en común. Sin embargo, en un referendo de 1974, Mayotte fue la única parte del archipiélago de Comoras que votó por seguir siendo parte de Francia.
En años recientes, habitantes de Mayotte han atacado casas de inmigrantes y se han plantado frente a hospitales y oficinas de migración para impedirles la entrada.
Los mayotenses han votado en gran número por políticos nacionalistas de ultraderecha, que han cabildeado a favor de leyes migratorias más duras específicas para Mayotte, como la posible eliminación del derecho a la ciudadanía por nacimiento para niños nacidos de padres no franceses.
Después del ciclón, el Ministro del Interior francés, Bruno Retailleau, dio una entrevista televisiva diciendo que Francia necesitaba adoptar una postura más agresiva contra la inmigración ilegal como parte de los esfuerzos de reconstrucción.
Sugirió usar drones para monitorear y detener los botes que traen migrantes ilegalmente de Comoras, acusando a ese Gobierno de “empujar poblaciones a Mayotte para crear una especie de ocupación ilegal”.
El 24 de diciembre, el Gobierno francés anunció que estaba restableciendo el servicio de botes entre Mayotte y Comoras —y que los comorianos podrían usarlo gratuitamente para volver a casa.
Los inmigrantes en Mayotte han dicho que, incluso mucho antes del ciclón, eran detenidos constantemente por la Policía. Muchos han sido deportados más de una vez. Luego de cada deportación, emprenden un trayecto peligroso de 69 kilómetros en un bote desvencijado desde Comoras para reunirse con sus familias en Mayotte.
A pesar de la pobreza de Mayotte, el apoyo francés ha significado que está en mejor situación económica que Comoras. Muchos mayotenses expresan resentimiento porque los comorianos, que rechazaron a Francia, ahora busquen refugio y oportunidades económicas en un territorio francés.
“Creemos que los comorianos deben quedarse” en Comoras, expresó Ambdilwahedou Soumaila, el Alcalde de Mamoudzou, la Capital de Mayotte.
El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) reportó que funcionarios franceses han colocado rutinariamente a niños en Mayotte en centros de detención migratoria con sus familias, a pesar de que la práctica ha sido condenada por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos.
Dos días antes de que llegara el ciclón, una mujer de Comoras, de 34 años, quien pidió el anonimato para proteger su identidad, fue deportada a Comoras, dejando atrás a sus cinco hijos, todos ellos nacidos en Mayotte. Era la tercera vez que la deportaban desde el 2009.
Sus hijos, que viven en una choza en una ladera empinada, sobrevivieron a los vientos violentos. Cinco días después de la tormenta, la mujer pagó 300 euros para apretujarse en un bote de madera y emprender el peligroso recorrido de 11 horas para volver ilegalmente a Mayotte.
Llegó a las 3 de la mañana del 20 de diciembre, feliz de reencontrarse con sus hijos.
“Siempre me envían de vuelta a Comoras como si fuera un juego”, manifestó. “Un día moriré en el mar”.