Toda apuesta creativa es una forma de mirada. Un punto de la vista. Es decir, un conjunto de imágenes. Lo que quiere decir también, una acumulación de significados. Vivimos sí, en la era de la anestesia visual; nada parece sobresaltarnos, colarse en nuestros huesos, penetrarnos, mover un sentimiento. Ni la muerte de niños y niñas bombardeados y arrancados del mundo por el hambre. Ni el instante en que un político, en plena divulgación de su palabra, recibe disparos. Nada nuevo hay en señalar que vivimos el régimen del estímulo y la escasez de una subjetividad sensible a la otredad. Esas escenas se transfiguran en eso que es el mundo que habitamos: la superficie vacua de una pantalla.
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