En La Entrevistería de EL TIEMPO, conversamos con Andrés Viafara, el hombre que desde un trombón y sus canciones le entregó a Colombia un emblema musical con su orquesta La Suprema Corte.
¿Cómo empieza su relación con la música y en especial con la salsa ?
Bueno, una tuvo que ver que el Grupo Niche. Yo vivía en Buenaventura y me dio por irme a radicar a Cali, porque en Buenaventura no había mucha expectativa a futuro para la carrera de la música; yo tenía la sed de aprender música. Entonces me ubico en Cali y empiezo a trabajar con Álvaro del Castillo, que había sido cantante del grupo de Jesús y la orquesta La Calentura. Tuve la fortuna de que el asesoramiento de Alexis Lozano, de César Monge, de mucha gente que me enseñó un pedacito de lo que necesitaba aprender.
¿En qué momento aparece en su vida el maestro Jairo Varela?
No había muchos trombonistas en la ciudad y tenían que traer al maestro Alberto Barros o al hermano Adolfo Barros, gente de afuera, de Medellín o de Bogotá, para que tocara con el Grupo Niche en Cali; entonces le dijeron a Jairo que había un trombonista ahí en Cali, me llamaron para hacer unos ensayos. Me llamaron porque habían incluido dos trombones, antes el Grupo Niche tenía un solo trombón y me pidieron que hiciera el segundo trombón en los ensayos. Llegué con mi tromboncito, pagaban el ensayo, imagínese. Pero en ningún momento tuve la pretensión de entrar al Grupo Niche. Al lado mío, estaba el señor Salmón, una eminencia en el trombón y en los arreglos. Entonces, con la cola entre el rabo, mi propósito ahí era hacer las notas que yo pudiera hacer. Así empezó todo con Jairo.
¿Usted vivió la transición cuando Niche se divide?
Claro, ahí estaba yo. Y salí a favor de los de los sindicalistas, me voy pa’l otro lado… Claro, al lado de Jairo se quedó Monge, se quedó Pelusa, Tito Gómez, se quedaron con él, el resto de la banda hacia la izquierda”.
El trombonista colombiano Andrés Viafara. Foto:Cortesía del artista
¿En qué momento decide dar un paso al costado en Niche y conformar un proyecto suyo?
Voy a hacer mi orquesta, ya lo había decidido y quiero salir bien porque no sé si me vuelva a pasar. Entonces, paso una fecha de preaviso para que buscaran a un trombonista y si el día que se cumple preaviso yo ya me iba, no estaba más y era esta mi idea en la cabeza. Me dijeron: ‘quiero que me dirija el grupo, que haga los arreglos’. Pero yo ya tenía cita para grabar en Cali el álbum de la Suprema Corte.
En esos dos últimos años que usted estuvo con Niche en qué momento nace entonces Suprema Corte?
Desde el comienzo tenía la idea de escribir y que alguien pudiera leerme musicalmente, me parecía increíble, entonces, ya montándome en las cosas, en los acordes, en cómo hacer la armonización, la misma percusión de uno. Yo quería escuchar lo que tenía en mi cabeza, lo quería escuchar (asiente), o sea, prácticamente preproducía en mi cabeza y sonaba todo increible. En este tiempo era a mano alzada, digamos que lo logré hacer y se viene el proyecto de Suprema Corte que era mi grupo, donde yo voy a escribir lo que yo quiera, ahora yo voy a hacer mi propio Jairo.
¿En qué momento empieza el éxito de la Suprema Corte?
Corte era a lo que le decíamos allá en la barriada en Buenaventura, porque se llamaba así al grupito más selecto de la gallada, la que decíamos es como la élite. Y el éxito lo sentimos a los 15 días de haber sacado el disco al mercado, estaba sonando en todas las emisoras; pasaba un carro e iba sonando el disco. Ahí te das cuenta de que estás pegado, arrimas a un bar y lo están poniendo, la gente lo está cantando. Fue dinamita.
¿’Un amante como yo’ ha sido su canción distinta?
Sí, yo creo que es de pronto de las de las distintas, tanto la temática como la sonoridad. Sí, pero eso fue lo que salió en el momentico. Yo tenía una canción que llamaba ‘Rompe mis esquemas’, que me parecía mucho mejor, pero ‘Un amante como yo’ era como varonil, tenía mucha más poesía y por eso me decido a lanzarla.
JAIR VÁSQUEZ
La Entrevistería
Para EL TIEMPO
