El auge de la inteligencia artificial (IA) está transformando radicalmente la manera en que las personas y las empresas abordan sus procesos diarios, incrementan la productividad y reducen costos. Sin embargo, a medida que estas tecnologías se integran cada vez más en la vida cotidiana y en las operaciones industriales, también han comenzado a generar preocupaciones en torno a su impacto ambiental, especialmente por el alto consumo energético que implica su funcionamiento.
Uno de los aspectos que más preocupa a los expertos es la enorme cantidad de energía que requieren los centros de datos encargados de alimentar y operar los sistemas de IA. Según cifras recientes, una sola búsqueda realizada a través de ChatGPT puede llegar a consumir hasta 10 veces más energía que una búsqueda convencional en Google.
ChatGPT permite automatizar ciertos procesos Foto:iStock
Además, se estima que los centros de datos asociados al uso masivo de inteligencia artificial ya representan aproximadamente el 1 % del consumo eléctrico mundial. Esta cifra no solo subraya el peso que la IA está adquiriendo en la infraestructura energética global, sino que también plantea interrogantes sobre cómo hacer frente a este crecimiento de manera responsable y sostenible.
El Foro Económico Mundial ha reforzado esta preocupación al evidenciar que la inteligencia artificial puede llegar a consumir 33 veces más energía que un software tradicional diseñado para cumplir la misma tarea. Si bien los beneficios de la IA en términos de optimización y eficiencia son innegables, este desequilibrio energético exige una reflexión profunda sobre su implementación a largo plazo.
La doble cara de la IA
A pesar de las cifras alarmantes sobre el consumo energético de la IA, también existen estimaciones prometedoras en cuanto a su capacidad para contribuir con la sostenibilidad ambiental. Algunos informes indican que, si se implementan adecuadamente, las soluciones basadas en inteligencia artificial podrían reducir entre un 5 % y un 10 % de las emisiones globales de gases de efecto invernadero de aquí al año 2030.
En ChatGPT se puede utilizar las herramientas de voz. Foto:Captura de pantalla de ChatGPT
La clave estaría en encontrar el equilibrio adecuado entre el aprovechamiento de los beneficios de la IA y la gestión eficiente de los recursos que requiere. En ese sentido, las organizaciones se deberían apoyar en empresas que lideran en innovación tecnológica y energética juegan un papel fundamental. Un ejemplo es Schneider Electric que con soluciones avanzadas de refrigeración, softwares de monitoreo y gestión energética, y filtros activos armónicos, les permite a las industrias seguir usando la IA, pero de la mano de la sostenibilidad y eficiencia energética.
Javier Ortiz, CEO de Schneider Electric para el Clúster Andino, expresó que “tecnologías como la IA llegaron para facilitarnos procesos, ser más eficientes y para ser aliadas en nuestra cotidianidad. Tenemos la responsabilidad de usarla de manera adecuada, con ética y teniendo presente que debemos encontrar un equilibrio entre la cantidad de uso que le damos y el consumo energético que esto genera”.
Ortiz también subrayó que en Schneider Electric consideran la eficiencia energética como un pilar fundamental en la transformación digital de las empresas, y como una herramienta clave para avanzar hacia un futuro más sostenible.
ChatGPT se basa en la arquitectura GPT, conocida por su capacidad de generar lenguaje natural. Foto:iStock
Un llamado a la conciencia empresarial
Las organizaciones están realizando grandes inversiones para mantenerse competitivas en el entorno tecnológico actual. Sin embargo, en medio de esta carrera por la innovación, no deben perder de vista que el mundo enfrenta un llamado urgente a ser más consciente ambientalmente.
Así como la implementación de la inteligencia artificial se ha convertido en una necesidad para optimizar procesos, también debe ser una prioridad integrar tecnologías que promuevan el consumo energético responsable. Solo así se podrá garantizar que el futuro digital sea también un futuro verde.
La inteligencia artificial representa una herramienta poderosa para el desarrollo global. Pero su implementación debe venir acompañada de un compromiso firme con la sostenibilidad, para que su impacto positivo no se vea opacado por las consecuencias ambientales de su uso desmedido.