Una nueva ley otorga a algunas trabajadoras sexuales en Bélgica más protección contra la explotación y la violencia. Así como más prestaciones sociales que cualquier otra legislación similar en el mundo, dicen investigadores y defensores de los derechos humanos.
Bélgica despenalizó el trabajo sexual en el 2022, por primera vez en Europa. Bajo la nueva ley laboral, que entró en vigor este mes, las ‘sexoservidoras’ pueden optar por firmar un contrato de trabajo formal.
“Es la ley laboral más integral relacionada con el trabajo sexual que hemos visto en el mundo”, dijo Erin Kilbride, investigadora de Human Rights Watch.
Un contrato dará a las ‘sexoservidoras’, como a otros empleados, mayor acceso al sólido sistema de seguro social del país, incluyendo incapacidad por maternidad y por enfermedad pagada, ayuda por desempleo y la capacidad de hacer contribuciones a las pensiones.
La ley también exige un consentimiento continuo y específico: las ‘sexoservidoras’ que firman contratos pueden rechazar clientes, negarse a realizar ciertos actos e interrumpir actos —sin enfrentar consecuencias negativas de sus jefes.
También tendrán normas de seguridad laboral, como botones de emergencia en las habitaciones donde atienden a los clientes. También obtienen protecciones más amplias contra el despido ilegal o formas de explotación por parte de un patrón. Y la ley prohíbe que cualquier persona que haya sido condenada por violación, homicidio, trata y otros delitos violentos contrate a trabajadores sexuales.
“La ley responde directamente a cómo suele lucir la explotación sexual en la práctica”, dijo Kilbride.
Aún así, muchas de las ‘sexoservidoras’ más vulnerables no son elegibles para contratos, tal vez porque no tienen estatus de residencia legal.
Y no todas las organizaciones están de acuerdo con la ley. Isala, un grupo belga que apoya a las trabajadoras sexuales, aunque no a su profesión, condenó la ley, que calificó como la legalización del proxenetismo.
“Cuando los voluntarios de Isala se encuentran con mujeres en las calles, las frases más recurrentes que escuchan son: ‘Quiero un trabajo normal, una vida normal’ o ‘No haría esto si tuviera la opción’”, dijo Isala, agregando que la ley “está completamente desconectada de las realidades vividas por la mayoría de las personas involucradas en la prostitución”.
Al permitir el trabajo sexual legal y brindar protección a las trabajadoras, “esperamos permitir que todas las trabajadoras sexuales que quieran abandonar el sector puedan hacerlo”, escribió Sandrine Daoud, vocera del Ministro de Salud. Varios grupos belgas de defensa, incluyendo UTSOPI, un sindicato de trabajadores sexuales, impulsaron y ayudaron a diseñar la ley.
Daan Bauwens, líder de UTSOPI, estimó que hay entre 8 mil y 26 mil sexoservidoras en el País.
“El trabajo sexual no es un negocio glamoroso”, dijo, y por eso necesitan derechos laborales. “Las ‘sexoservidoras’ merecen protección —como cualquier otro trabajador”, afirmó.