La noticia cayó como un balde de agua fría. Apenas unas semanas antes del arranque de la temporada decembrina, cuando cientos de colombianos habían planeado visitar Reino Unido para reunirse con sus familiares, conocer Londres por primera vez o disfrutar de las festividades en el país europeo, el gobierno británico anunció el restablecimiento de la visa para los connacionales.
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La medida, efectiva desde el pasado martes 26 de noviembre, llegó con un breve periodo de transición que culminará el próximo 24 de diciembre, pero, para muchos, la sorpresa trastocó sus planes.
Al levantamiento del visado para colombianos, desde noviembre del 2022, le prosiguió un incremento desproporcionado de solicitudes de asilo de colombianos, cuya gran mayoría obedecían a casos fraudulentos, según las autoridades británicas.
Los informes oficiales reportan que más de 940 colombianos han solicitado asilo en el Reino Unido este año, destacando que algunos recurrieron a agencias de viajes que, supuestamente, les enseñaron a hacer trampa en sus solicitudes de asilo.
La cifra de solicitudes contrasta con la registrada en 2021, cuando solo seis colombianos presentaron solicitudes de asilo ante Inglaterra, según reveló el embajador de Colombia en Londres, Roy Barreras, quien esta semana mostró su frustración por la medida.
El endurecimiento de las políticas migratorias no solo afecta a quienes intentan ingresar por vías legales a los países, sino que también alimenta un lucrativo negocio para traficantes de personas y redes de intermediarios que se aprovechan de la desesperación de los migrantes
Así las cosas, el presidente Gustavo Petro dijo en su cuenta de X que aplicaría la reciprocidad al plantear que se les exija visa a los británicos que deseen visitar Colombia. Entre tanto, el embajador Barreras solicitó a las autoridades británicas una extensión del periodo de transición hasta enero para que no se le arruinen los planes viajeros decembrinos a quienes ya tienen boletos aéreos pagos rumbo a Reino Unido.
En todo caso, la diatriba política refleja una realidad mucho más compleja que se extiende por toda Europa, donde el endurecimiento de las políticas migratorias no solo afecta a quienes intentan ingresar por vías legales a los países, sino que también alimenta un lucrativo negocio para traficantes de personas y redes de intermediarios que se aprovechan de la desesperación de los migrantes provenientes de países afectados por la guerra, las persecuciones políticas y sociales, la pobreza y la falta de oportunidades.
Algunos alegan que el apretón a la política de migración, considerada problemática por el gobierno del británico laborista Keir Starmer, es por el golpe a las finanzas públicas por cuenta de las más de 80.000 solicitudes de asilo que el año pasado le valió a las arcas británicas más de 41.000 libras esterlinas (52.000 dólares) por cada solicitante al año. Es decir, más de cuatro billones de dólares en total. Sin embargo, la decisión dejó a más de uno con las maletas listas.
“Tenía todo arreglado para viajar con mis hijos a pasar Navidad con mi hermana en Londres. Ahora no sé qué hacer. No hay tiempo para tramitar la visa y el dinero que gasté en los tiquetes, lo perdí”, relata con frustración Clara (*), una bogotana que anhelaba reencontrarse con su familia tras varios años de distancia. Como ella, decenas de colombianos enfrentan no solo la decepción, sino también un sentimiento de exclusión, al ver cómo las puertas que se habían abierto hace apenas dos años vuelven a cerrarse de golpe.
Nancy Liscano, doctora en psicología y con más de dos décadas de experiencia en salud mental y bienestar de migrantes, señaló a EL TIEMPO que la decisión del Reino Unido de restablecer la exigencia de visas para colombianos tiene profundas implicaciones tanto económicas como emocionales.
El derecho a emigrar es una oportunidad para crecer, pero, lamentablemente, muchos colombianos llegan engañados, comprando la idea de una inmigración soñada en libras esterlinas
Según su análisis, muchos colombianos buscan emigrar, no solo por cumplir el sueño europeo, sino también por la necesidad de encontrar un espacio seguro donde puedan sobrevivir económicamente y construir una vida mejor.
“El derecho a emigrar es una oportunidad para crecer, pero, lamentablemente, muchos colombianos llegan engañados, comprando la idea de una inmigración soñada en libras esterlinas”, comenta Liscano, quien ha investigado las complejas dinámicas detrás de los flujos migratorios.
El negocio del control fronterizo
Sin embargo, el desafío es que la imposición de restricciones migratorias no solo afecta a quienes buscan mejores oportunidades o refugio, sino que alimenta un lucrativo negocio alrededor de las fronteras.
EL TIEMPO pudo establecer que, en Colombia, redes de intermediarios les prometen a las personas visas rápidas y trabajo garantizado en Europa a cambio de sumas que alcanzan hasta las 10.000 libras esterlinas (alrededor de 56 millones de pesos colombianos).
Vendí todo, mi moto y parte de la finca para pagarle a un hombre que me prometió trabajo y estadía en Londres. Cuando llegué, descubrí que todo era falso. Ahora estoy en un refugio tratando de arreglar mi situación migratoria
Lo que no saben quienes aceptan el negocio, es que estos “agentes” engañan a sus víctimas presentando documentos fraudulentos o simulando situaciones de persecución para justificar el asilo.
“Vendí todo, mi moto y parte de la finca para pagarle a un hombre que me prometió trabajo y estadía en Londres (Reino Unido). Cuando llegué, descubrí que todo era falso. Ahora estoy en un refugio tratando de arreglar mi situación migratoria”, cuenta Julián (*), un huilense que emigró hace ocho meses a Londres y que enfrenta serios desafíos legales.
Los traficantes de personas también se benefician de estas restricciones.
Sin embargo, expertos advierten que la reimposición de visados hace que crezca la demanda de rutas clandestinas y documentos falsificados. “Cada nueva medida no hace más que engrosar los bolsillos de quienes explotan la desesperación de los migrantes”, advierte Marley Morris, analista del Instituto para Políticas Públicas de Londres, quien refiere que “el nuevo gobierno de Starmer heredó un difícil camino en materia de política de inmigración y asilo, donde los problemas son agudos, complejos y polémicos”.
De hecho, cifras oficiales de la Oficina de Estadísticas Nacionales (ONS) británica mostraron un récord sin precedente de inmigrantes en el Reino Unido que alcanzó los 906.000 en el año fiscal que finalizó en junio de 2023.
En una conferencia de prensa en Downing Street del viernes, Starmer calificó de “imperdonable” el fracaso de los sucesivos gobiernos conservadores (en el poder desde el 2010 hasta julio pasado) a la hora de controlar el número de personas que entraban en el Reino Unido.
Sus comentarios se produjeron después de que Yvette Cooper, la secretaria del Interior, anunciara la nueva política de migración en la que se incluyó la reinstalación de visas a colombianos, salvadoreños y hondureños.
De cara a otras regiones, la alta funcionaria anunció la firma un acuerdo con el gobierno de Irak para frenar las redes del crimen organizado, un retorno más rápido de los solicitantes de asilo rechazados y la formación de un nuevo grupo de trabajo destinado a romper las rutas de migración al Reino Unido.
En ese caso, se gastarán 800.000 libras esterlinas (unos 4,4 millones de pesos colombianos) en formación, apoyo al gobierno regional del Kurdistán y en la interrupción del crimen organizado, según la alta funcionaria.
La Unión Europea endurece sus políticas migratorias
La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) registró cerca de 2,8 millones de latinoamericanos residentes en Europa, un incremento del 35 por ciento en la última década.
En el caso del Reino Unido, la población latinoamericana supera las 300.000 personas, muchas de las cuales llegaron en busca de estabilidad económica o huyendo de contextos violentos y un número indeterminado de colombianos, ecuatorianos, bolivianos y peruanos llegaron entre el 2010 y 2020, desde países de la Unión Europea, huyendo de la crisis financiera del 2008.
Más allá de las cifras y los titulares, sus historias nos recuerdan que cada movimiento forzado es una tragedia humana
Sin embargo, la presión migrante en el bloque europeo dejó, solo en el 2023, 1’130.300 solicitudes de refugio, lo que supone un aumento del 18 por ciento en comparación con 2022 y del 62 por ciento en comparación con 2019, antes de la covid-19, según datos oficiales del bloque europeo.
Destaca el informe que el 14 por ciento de esas solicitudes procede de países sin visado de América Latina: Colombia (6 por ciento), Venezuela (6 por ciento) y Perú (2 por ciento).
Para enfrentar esa presión, el Parlamento Europeo aprobó en abril pasado una reforma que endurece las normas de migración y asilo de la UE, denominado como El Pacto de Asilo y Migración, que se estaba preparando desde 2015 y entrará en vigor dentro de dos años.
El Pacto europeo está diseñado para acelerar el proceso de asilo e impulsar el retorno de los inmigrantes irregulares a sus países de origen. También exigirá a los estados miembros de la UE que compartan la responsabilidad de los solicitantes de asilo.
En ese sentido, las solicitudes de asilo con “pocas posibilidades de ser aceptadas” deben examinarse en un lapso de 12 semanas, sin admitir necesariamente al solicitante en territorio de la UE. En caso de rechazo, los solicitantes de asilo tendrían que ser devueltos por la fuerza a su país de origen dentro del mismo período.
Los inmigrantes estarán sujetos a un procedimiento de control previo al ingreso más estricto en un plazo de siete días, que incluiría controles de identificación y de salud y seguridad. Se recopilarán datos biométricos de todos los inmigrantes de seis años o más y habrá un mecanismo para responder a los aumentos repentinos de llegadas.
Más allá de las cifras y los titulares, sus historias nos recuerdan que cada movimiento forzado es una tragedia humana. Mientras tanto, las restricciones y el negocio de las fronteras seguirán alimentando un ciclo donde el costo más alto lo pagan quienes solo buscan un lugar seguro para empezar de nuevo.
(*) Nombre cambiado a petición del entrevistado.
MARÍA VICTORIA CRISTANCHO – CORRESPONSAL DE EL TIEMPO – LONDRES