Guerra comercial: quién responde por los impactos de los aranceles de Estados Unidos en la economía nacional | Análisis | Finanzas | Economía

Guerra comercial: quién responde por los impactos de los aranceles de Estados Unidos en la economía nacional | Análisis | Finanzas | Economía


Cuando el viernes 11 de abril, durante el Congreso de Naturgas que tuvo lugar en Barranquilla, el presidente de Ecopetrol, Ricardo Roa, habló sobre las perspectivas de la empresa, el mensaje fue claro: las utilidades del conglomerado apuntan a reducirse en 2025. La razón no es otra que un escenario de precios internacionales menos favorable para los hidrocarburos tras la intensificación de la guerra comercial promovida por Donald Trump.

(Vea: ¿Aranceles afectarán ventas externas? Reparos de actores económicos al anuncio de Trump).

Según el ejecutivo, por cada dólar que, en promedio, caiga la cotización del crudo, las ganancias anuales del conglomerado se reducen en 700.000 millones de pesos. Aunque hacer pronósticos de mediano plazo en medio de la volatilidad observada en los días pasados es imposible, basta recordar que al comenzar este mes el barril de la variedad Brent -que sirve de referencia para Colombia- se negociaba a 75 dólares y ahora se ubica alrededor de los 65. 

En caso de que dicho declive persista, los desafíos para la compañía petrolera irán más allá de sus resultados financieros. Una posición de caja menos holgada le obligará a revisar su programa de inversiones, lo cual puede influir en el volumen de reservas con que cuenta. Por otro lado, las operaciones más costosas que explota dejarán de ser rentables y varias tendrían que suspenderse, algo que se traduciría en una menor producción de petróleo.

A la larga, el apretón del conglomerado acabará golpeando las finanzas públicas, tanto por el pago de un menor impuesto de renta, como de dividendos más bajos en 2026. Si ya las cosas para el fisco colombiano se veían difíciles, ahora serán más desafiantes porque el presupuesto nacional de este año se basó en un escenario más optimista que el actual.

(Vea: ‘En terreno desconocido’: para dónde van el gobierno Petro y la economía nacional).

El caso de Ecopetrol ayuda a ilustrar los efectos secundarios de lo que comenzó como un alza unilateral de aranceles por parte de Estados Unidos. Si bien los ojos de los analistas se concentran en el tema comercial, las ramificaciones de lo ocurrido son numerosas, tanto por su impacto sobre actividades específicas como respecto a una economía mundial cuyo panorama es mucho más oscuro.

Ricardo Roa, presidente de Ecopetrol

Portafolio

Golpes por doquier

Según la agencia Bloomberg, las expectativas de crecimiento a nivel global para este año han caído en medio punto porcentual frente a los cálculos que se hacían en diciembre. El mayor deterioro en comparación con esas proyecciones corresponde a la economía estadounidense, en donde también la inflación subiría después de ubicarse en 2,4% anual durante marzo, por cuenta de que los productos importados ya valen más. 

Más allá de que, a raíz de la debacle en las bolsas, la Casa Blanca haya anunciado el miércoles una moratoria de 90 días para aquellos países que iban a resultar más afectados por los gravámenes adoptados, sigue vigente una tarifa general del 10% para todos. A ello se le agregan castigos específicos para vehículos, acero y aluminio, entre otros renglones. 

Tarde o temprano, las alzas golpearán el bolsillo de los consumidores norteamericanos. Frente a tal escenario, parece difícil que el Banco de la Reserva Federal estadounidense opte por reducir los intereses, a pesar de las presiones de Trump. Ante la confluencia de factores, son cada vez más los analistas que anuncian una estanflación, que es la combinación de estancamiento e inflación.

(Vea: Análisis: dudas que generan las decisiones de Trump en economías de Colombia y el mundo).

Si bien el mayor daño se sentirá en la tierra del Tío Sam, ninguna región apunta a salir bien librada de la contracción que se prevé en el intercambio de bienes. La combinación de una realidad económica más hostil con una mayor incertidumbre que lleva a posponer decisiones en el campo de los negocios se acabará expresando en una demanda global deprimida. 

Dentro de las consecuencias ya notorias de tanta tensión surge una baja en las cotizaciones de los bienes primarios, como es el caso de los que exporta Colombia. Aparte del petróleo, el carbón está de capa caída ante el cierre de plantas térmicas en Europa y la menor dinámica prevista en Asia.
Incluso el café, que todavía se mantiene bien por encima de los niveles promedio registrados en el presente siglo, ha perdido algo de terreno.
En los últimos dos meses la libra del grano ha caído en casi un dólar, ante los indicios de que los bebedores de la infusión están explorando otras opciones más baratas.

Debido a ello, hay que prepararse para un coletazo que no será de orden menor. A lo largo y ancho del planeta cada país hace cuentas sobre cómo superar el bache. Unos pocos sacarán la chequera y pondrán en marcha estímulos como sucedió tras la irrupción de la pandemia. 

China, por ejemplo, prepara un ambicioso programa de gasto interno con el fin de contrarrestar el virtual cierre de su principal mercado de exportación: el estadounidense. Lo anterior posiblemente se combinará con una política agresiva orientada a encontrar clientes para los pedidos que no podrá ubicar en el hemisferio norte.

No obstante, para la mayoría las cosas serán más difíciles. De un lado, no muchos cuentan con el espacio fiscal para poner en marcha planes de estímulo. Del otro, los países emergentes ya comienzan a ver que sus monedas pierden terreno frente al dólar y más todavía ante el euro.

(Vea: ‘Tiempos difíciles’: el desafiante comienzo de 2025 para la economía colombiana).

Como si la lista de dolores de cabeza potenciales no fuera suficiente, también aparecen trastornos en el campo financiero. Aparte de que las tasas de interés apuntan a quedarse arriba, la aversión al riesgo puede hacerle la vida más difícil a los países emergentes que necesitan prorrogar sus obligaciones.

Estudio de dinero

Economía colombiana.

iStock

Si por allá llueve…

De vuelta a Colombia, esta se enfrenta a vientos en contra con los que no contaba. Si bien la economía nacional había logrado ganar algo de velocidad tras el raquítico desempeño de 2023 cuando tan solo se expandió en 0,6%, los cálculos que hablaban de una expansión cercana al 3% este año quedan en veremos. 

Así, el Banco de la República haya revisado al alza su pronóstico de crecimiento hasta 2,8% en 2025, falta tener en cuenta lo que empieza a conocerse como ‘el efecto Trump’. En concreto, un entorno internacional lleno de complejidades acabará actuando como un lastre sobre el sector productivo.

Para comenzar, la dinámica de las exportaciones se verá afectada por el declive de las cotizaciones de los bienes primarios. En el caso de Estados Unidos, la ventaja comparativa de menores aranceles en comparación con algunos de nuestros competidores apenas duró una semana, pues el terreno se acabó igualando.

(Vea: Gobierno colombiano enviará cartas a Estados Unidos para revisar arancel del 10%).

Si bien la devaluación registrada por el peso colombiano -que volvió a franquear la barrera de los 4.400 por dólar la semana pasada- algo ayuda a la competitividad de las ventas externas, la otra cara de la moneda es el encarecimiento de las importaciones. En el peor de los casos ello se sentirá en el índice de precios al consumidor, que se mantiene por encima del 5% anual. 

Inflación

Inflación

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Como lo ha explicado el Emisor, el enrarecimiento del ambiente externo también tiene que ver con la política monetaria restrictiva que persevera. Así los intereses internos desciendan, lo harán a un ritmo lento, lo cual influirá sobre el consumo y la inversión.

Otro elemento que aparece en el horizonte es el de una nueva rebaja en la nota que reciben los papeles de deuda emitidos por la Tesorería General de la Nación. E
n semanas recientes dos de las principales calificadoras de riesgo ratificaron la perspectiva negativa, que es una especie de preaviso antes de una degradación, a menos que la administración Petro se comprometa con un recorte presupuestal importante antes de terminar junio. 

Cuando se tiene en cuenta que esa postura le costó el puesto al hoy exministro Diego Guevara, la factibilidad de algo en ese sentido es baja, por decir lo menos. En el entretanto, la situación es muy difícil, como lo demuestra el volumen de recursos del Gobierno en las cuentas que tiene en el Banco de la República, el más bajo en décadas.

(Vea: Precio de la canasta familiar se disparó en marzo: aumentó 2,1%).

Más ceños fruncidos aparecen cuando se examina una eventual descertificación de los esfuerzos que hace Colombia en la lucha contra las drogas ilegales. Aunque esta no llevaría automáticamente a sanciones, el diálogo entre Bogotá y Washington no es precisamente el más fluido, pues la lista de desencuentros es larga.

Y a las diferencias conocidas hay que agregar las que algunos pueden considerar provocaciones. Después de que Colombia asumiera la presidencia de la Comunidad de Estados de América Latina -Celac- la semana pasada, vino un claro guiño hacia China por parte de Gustavo Petro, que con seguridad no pasó desapercibido en la capital estadounidense. 

Durante estos días se escucha con frecuencia que la coyuntura actual viene acompañada de riesgos y oportunidades. Ya sea para enfrentar los primeros o aprovechar los segundos se necesita un equipo preparado en las filas gubernamentales qué pueda además trabajar de la mano del sector privado.

Lamentablemente, lo que se ve en la realidad es que cargos clave están vacantes o se encuentran ocupados por funcionarios en condición de interinidad. Diseñar estrategias o coordinar acciones es algo que se vuelve mucho más difícil en las circunstancias actuales.

Resulta increíble, para citar el caso más protuberante, que en medio de la peor crisis comercial de la historia moderna Colombia no tenga a alguien en propiedad a la cabeza del Ministerio de Comercio, Industria y Turismo. Es cierto que la Superintendente Cielo Rusinque desempeña temporalmente esas funciones, pero por cuenta de las actuaciones de la entidad a su cargo, que en más de una ocasión se ha comportado como un ente que intimida a diferentes sectores, la confianza que despierta entre los empresarios es mínima. 

Basta recordar que la semana pasada la ministra encargada censuró a aquellos que han buscado de manera informal puntos de contacto con la administración Trump para ver si los productos colombianos quedan eximidos del arancel del 10%, con el argumento de que hay un Tratado de Libre Comercio vigente entre Colombia y Estados Unidos. En lugar de sumar fuerzas lo que tuvo lugar fue una acusación de usurpación de funciones, a la cual le siguió un portazo.

(Vea: Oferta monetaria: ¿de verdad la solución no podría ser imprimir más billetes?).

Tampoco da muchas certezas la situación del Ministerio de Hacienda, en manos de un economista que nunca ha trabajado en asuntos macroeconómicos y que llegó al cargo por su cercanía con Gustavo Petro, no por sus conocimientos técnicos. Si bien en sus presentaciones Germán Ávila envía mensajes tranquilizadores respecto a honrar el pago de los compromisos de crédito y evitar un mayor deterioro fiscal, solo se limita a leer las diapositivas que le preparan sus asesores, sin dar la impresión de que realmente conoce los temas. 

Economía colombiana

Economía colombiana.

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Qué tanto ha aprendido es algo que deberá mostrar apenas termine la Semana Santa, cuando en Washington sucedan las reuniones de primavera del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. Al evento asisten no solo los representantes de las entidades multilaterales, sino centenares de banqueros y representantes de fondos de inversión que se reúnen con los ministros presentes para saber en qué está su respectivo país.

Dada la coyuntura global, es crucial que las citas salgan bien para que Colombia pueda seguir accediendo a fuentes de financiamiento y persista la confianza que hemos construido a lo largo de décadas. Cualquier paso en falso se traducirá en costos más elevados o en la salida de capitales como los que han llegado para adquirir bonos de deuda pública. 

(Vea: Faldas largas y labios rojos: cómo la vestimenta sirve para medir el rumbo económico).

Reza el conocido dicho que “tiempos extraordinarios requieren medidas extraordinarias”, un término que acaba de utilizar la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula Von der Leyen, para referirse al estado de alerta en que se encuentra el Viejo Continente. Semejante actitud contrasta con la colombiana en donde no parece haber sentido de urgencia en el Gobierno, ni mucho menos llamados a la unidad nacional, para salir bien librados de una situación compleja. Así no hayamos quebrado la vajilla nos exponemos a quedarnos con la cuenta de los platos rotos.

RICARDO ÁVILA PINTO
Especial para EL TIEMPO
En X: @ravilapinto



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