Justin Trudeau cumplió nueve años como primer ministro de Canadá el 4 de noviembre. Desde su primera victoria en el 2015, cuando condujo a los liberales de regreso al poder con una mayoría absoluta, ha ganado otras dos elecciones (octubre de 2019 y septiembre de 2021). Actualmente lidera un gobierno minoritario, gracias al apoyo del partido de izquierda New Democratic Party (NDP).
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Aunque las próximas elecciones no están agendadas sino para octubre de 2025, el NDP anunció en septiembre que se retira del pacto parlamentario con los liberales, con lo cual pueden no apoyarlo en una próxima moción de censura (ya hay proposiciones anunciadas de la oposición, pero aún no han sido radicadas). Si Trudeau pierde la moción de censura en el Parlamento, estará obligado a llamar a elecciones en 30 días. Trudeau también tiene la opción de llamar a elecciones en cualquier momento. El avezado político, que ha sido varias veces menospreciado, busca un momento oportuno.
El primer ministro canadiense, Justin Trudeau (d), durante una visita a Ucrania.
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Canadá aparece desde hace muchos años en los primeros lugares de los rankings de países con mejor calidad de vida. Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (Ocde), supera el promedio de los países miembros en ingresos, empleos, educación, salud, calidad ambiental, conexiones sociales y satisfacción con la vida. Es la séptima economía del mundo, con un ingreso disponible per cápita promedio de los hogares de 34.421 dólares al año, más que el promedio de la Ocde, de 30.490 dólares al año.
Pero en las democracias, tarde o temprano, los votantes optan por el cambio. Si resultan ciertas las encuestas y no sucede algún evento inesperado, los días de gobierno del antiguo profesor de teatro, oriundo de Montreal, están contados.
La pelea de boxeo
Hijo de Pierre Trudeau, quien fue primer ministro por 15 años cuando Justin era un niño, el actual primer ministro no mostró ningún interés en la política hasta que, a los 36 años, fue reclutado por la dirigencia liberal para ser candidato de un distrito de Montreal, después de que hizo una emotiva apología de su padre en su funeral.
Elegido parlamentario en 2008, fue reelecto en 2011, cuando su partido quedó en tercer lugar en las elecciones. Al año siguiente su fama se volvió viral después de que en una pelea de boxeo para una obra de caridad le dio una paliza al senador conservador Patrick Brazeu, cinturón negro en karate, lo que lo hacía el gran favorito.
En el 2013, Trudeau se convirtió en el líder del Partido Liberal y en el 2015 derrotó en las elecciones al primer ministro conservador Stephen Harper. Recién elegido, se propuso rápidamente avanzar en ciertos temas sensibles. Para cumplir una de sus promesas de campaña, nombró un gabinete que estaba (y sigue siendo) compuesto por un 50 por ciento de mujeres. Gracias a los seis nombramientos consecutivos de Trudeau en la Corte Suprema de Canadá, hoy hay más mujeres que hombres en la Corte por primera vez en la historia de ese país.
Justin Trudeau, primer ministro de Canadá, con su gabinete, el 26 de octubre de 2021.
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Reducción de pobreza
Uno de los programas más exitosos de Trudeau, que inclusive fue copiado por la administración de Joe Biden, es el Canada Child Benefit (CCB), un programa de pagos a las familias de bajos ingresos por cada niño menor de 17 años que disminuyen a medida que aumentan los ingresos del núcleo familiar. El CCB está indexado a la inflación y se paga mensualmente. Según Statistics Canada, el CCB redujo la pobreza infantil del 16,3 por ciento en 2015 al 9,7 por ciento en el 2019.
Trudeau también priorizó en su agenda la reconciliación con las comunidades indígenas de Canadá, logrando avances limitados en mejorar el acceso al agua potable, bienestar infantil, vivienda y atención médica para los pueblos originarios (first nations, como se les dice allá), los Inuit y los Métis, históricamente discriminados.
Este es un tema muy sensible, y que lamentablemente es cada vez de menor interés para la mayoría blanca. Es poco probable que un futuro gobierno sea tan activo como los liberales de Trudeau en este tema.
Renegociación con Trump

Donald Trump
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Con dos tercios de su comercio exterior con Estados Unidos y más de la mitad de la inversión extranjera proveniente de ese país, quizás ningún país sea tan dependiente de Estados Unidos como Canadá. Cuando Donald Trump amenazó con terminar el Tratado de Libre Comercio de Norteamérica (Nafta) en su primera administración, Trudeau conformó un equipo multipartidario y multiprovincial y, junto con los mexicanos, lograron salvar lo fundamental del acuerdo comercial en el 2020. El acuerdo debe ser revisado en el 2026, lo que se avizora complejo para Canadá con Trump de regreso en el poder.
Siendo Canadá el segundo país con más territorio del mundo, la frontera con Estados Unidos, de casi 9.000 kilómetros, y su interdependencia comercial han sido, hasta ahora, la excusa ideal para no invertir más del uno por ciento del PIB en defensa, a pesar de sus compromisos ante la Otán.
Si bien se le reconoce a Trudeau su manejo de Trump en su primer mandato, tienen una relación personal difícil. Trump lo ha llamado, entre otros insultos, “un lunático de extrema izquierda”. En todo caso, una encuesta del Environics Institute de octubre ubicó el nivel de apoyo a Trump en Canadá en 21 %.
Legalización del cannabis
En 2018, la venta y el uso recreativo s de cannabis para adultos se legalizó en Canadá
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Otra promesa de su primera campaña fue la legalización del cannabis, apartándose de la visión prohibicionista sostenida por gobiernos anteriores. En 2018, la venta y el uso recreativo s de cannabis para adultos se legalizó en Canadá y es ampliamente aceptado, incluso si los resultados de salud pública son mixtos.
Es improbable que un nuevo gobierno pueda revertir los cambios legislativos que permiten las tiendas de cannabis en todo Canadá. Al igual que con la legalización de los juegos de azar y el alcohol, los gobiernos se vuelven adictos a los ingresos.
Otra reforma notable bajo Trudeau fue el establecimiento de un impuesto al carbono, considerado por los ambientalistas como la mejor forma de reducir el consumo de combustibles fósiles. Sin embargo, está en la mira de los conservadores que han prometido desmontarlo cuando regresen al poder.
Como sucedió en muchísimos países después de la pandemia, el Gobierno resultó políticamente perjudicado por la respuesta del Banco Central (BC) a la inflación que acompañó a la pandemia y sus secuelas. El BC de Canadá siguió la misma política monetaria de los bancos centrales en casi todo el mundo para combatir la inflación: aumentó y volvió a aumentar las tasas de interés, lo que a su vez produjo tasas más altas para las hipotecas y los préstamos, y elevó los precios de bienes y servicios, especialmente los de los alimentos y la vivienda.
El aumento de las tasas dio resultado, y la inflación está cerca del objetivo del 2 por ciento. Pero los efectos persisten para quienes obtuvieron o renovaron hipotecas a tasas más altas o negociaron un préstamo para un automóvil o perdieron su trabajo.
Inmigración
En el 2015, entre el 70 y el 80 por ciento de los canadienses tenían una visión positiva de la inmigración. En una economía que requiere una fuerza laboral mayor, y con la disminución en su tasa de natalidad, la inmigración se concebía como una necesidad. El sistema canadiense combina el interés nacional promoviendo la inmigración de jóvenes profesionales, y también recibe un número alto de refugiados por motivos humanitarios. Trudeau aumentó significativamente la inmigración de ambos.
Hoy, la mayoría de los canadienses cree que hay demasiados inmigrantes engañando al sistema: solicitantes de asilo, estudiantes admitidos en “escuelas de diplomas”, en centros comerciales suburbanos.
Con costos de vivienda altos y trabajadores extranjeros no calificados manteniendo bajos los salarios (razón por la cual, en parte, las empresas querían más inmigrantes), con alcaldes reclamando que no hay lugar para albergar a los solicitantes de asilo, y el Departamento de Inmigración inundado de casos y sin tiempo ni personal para procesarlos, la opinión pública se ha vuelto contraria a la inmigración. Ante ese rechazo, Trudeau reveló en octubre planes para reducir el número de residentes permanentes de 500.000 a 395.000 en 2025, a 380.000 en 2026 y a 365.000 en 2027.
Quizás el mayor escándalo de Trudeau haya sido cuando se hicieron públicas las presiones a las que sometió a su ministra de Justicia, Jody Wilson-Raybould, para que interviniera en un proceso contra SNC-Lavalin, empresa de construcción internacional, basada en Montreal, violando la ley canadiense sobre conflictos de intereses.
Una crisis de identidad
Para Canadá, país dependiente del comercio exterior para su agricultura, su petróleo y sus servicios, el cambio desde el año 2000 ha sido dramático. En aquel momento, China, Rusia y la India cooperaban en diversos grados con Canadá. Ahora son todos adversarios. Estados Unidos era entonces un mercado más abierto.
El malestar con la inflación y con la inmigración para un líder con nueve años en el poder es grave; pero hay otro elemento: para el columnista Jeffrey Simpson, el Partido Liberal dejó de ser el partido del patriotismo cuando llegó Justin Trudeau. Ahora las instituciones culturales de habla inglesa –universidades y escuelas, instituciones artísticas como editoriales, museos y galerías, y la Canadian Broadcasting Corporation (CBC)– describen una Canadá con un oscuro pasado. La narrativa histórica de Canadá ha sido remodelada por las élites culturales anglocanadienses, transitando del orgullo a la vergüenza, desde los logros hasta el fracaso, con el aval del gobierno Trudeau.
Para el canadiense promedio, los principales problemas del país hoy son las demoras para conseguir las citas médicas, los precios de las viviendas y la percepción de inseguridad que culpa a un sistema legal que deja en libertad a criminales de poca monta.
Según la encuestadora 388 Canada, los conservadores les llevan más de 20 puntos de ventaja a los liberales en favorabilidad. Pierre Poilievre, el líder conservador que, a pesar de su nombre, habla francés con acento, pues creció en la provincia de Alberta y su primera lengua es el inglés, es conocido por su carácter incendiario y combativo. En las encuestas, una mayoría responde que va a votar por él porque está harta de Trudeau, incluso si significa tener que taparse la nariz y votar por alguien por quien no necesariamente sienten simpatía.
En sus elecciones, Canadá utiliza el sistema inglés de first past the post, según el cual el candidato con mayor pluralidad de votos en un distrito gana la curul. En la práctica, un partido puede solo requerir el 37 por ciento de los escaños para hacerse con una mayoría y gobernar. El ciclo de Justin Trudeau está llegando a su fin.
NICOLÁS LLOREDA
Para EL TIEMPO