Es una mañana fría de invierno. Antes de ingresar en su oficina en el complejo Conde Duque, espacio que cuenta con una biblioteca, un auditorio, un teatro, una sala de conferencias y una sala de exposiciones, propone tomar un café fuera, como para empezar el día. Hace pocas horas, de madrugada, regresó de un viaje donde debía brindar una conferencia. Emilio del Río (Logroño, 1963) es emblema de la divulgación del mundo clásico. Profesor titular de Filología Latina en la Universidad Complutense de Madrid, se define a sí mismo como “un activista por las humanidades clásicas”. Es además director general de la Dirección General de Bibliotecas, Archivos y Museos del Ayuntamiento de Madrid.
En su oficina, con vistas al Palacio de Liria, hay un pequeño cuarto de estar y los libros se apilan hasta en el sillón. Es necesario apartar estos volúmenes de distintos autores, colores y tamaños para poder sentarse. En su oratoria hay dinamismo, sabiduría, humor y silencios para la reflexión. Pero, sobre todo, respeto por la sabiduría clásica, reconocimiento de la cultura popular y una ausencia total de esnobismo y frases crípticas.
“La buena literatura es el refugio contra la barbarie que nos está atacando”, dirá durante la conversación, donde hablará de la cultura woke, del resentimiento que destilan ciertos líderes y de las amenazas que hoy sufre la democracia. “Lo primero que hace cualquier régimen antidemocrático es limitar el acceso a la cultura”, agrega.
Del Río fue condecorado con la Cruz de la Orden Civil de Alfonso X el Sabio y acaba de publicar Carpe diem: autoayúdate con los clásicos, una sátira de los falsos gurús de la autoayuda y una propuesta para leer a grandes pensadores de la Antigüedad.
La autoayuda, con sus manuales y voces, sostiene usted, tiene muchos siglos de vida. Sin embargo, estos libros en ocasiones carecen de rigor. ¿Cuál es la propuesta de sus libros?
Yo no desprecio a la autoayuda, solo que reivindico a la buena. Marian Rojas Estapé (siquiatra española) escribe autoayuda muy buena, a nivel Marco Aurelio. Pero incluso la buena literatura que no es de autoayuda nos sirve y ayuda. Porque hace que imaginemos cosas, nos abre nuevos mundos. Y sin imaginación no hay innovación. Como decía Einstein: “La imaginación es más importante que el conocimiento”. Sin la imaginación estaríamos en la caverna de Platón pintando bisontes. Creo que los clásicos te ayudan para la vida y para ser feliz: Séneca, Marco Aurelio, Cicerón y Epicuro te dan soluciones para la vida. Séneca escribe auténtica autoayuda. Los clásicos nos ofrecen respuestas profundas, atemporales, que han resistido la prueba del tiempo.
¿Por qué centra su libro en la frase ‘carpe diem’? ¿Cómo la adaptamos al siglo XXI?
Carpe diem proviene de Horacio, que es epicureísta. En La vida de Brian, la película de Monty Python, cuando los personajes crucificados saben que van a morir, no se lamentan. Cantan y silban. Buscan el lado positivo de la vida. Nos vamos a morir todos, aquí no va a quedar nadie. Eso es carpe diem. Los clásicos hablan de aceptar el cambio, como la canción de Mercedes Sosa, que cito en mi libro. Y cito a otro argentino, Marcos Mundstock, quien en 2019, en el Congreso Internacional de la Lengua Española, hizo una parodia sobre los libros de autoayuda. La meditación, por ejemplo, muy importante, no viene del budismo. Está en los clásicos, en la búsqueda de la serenidad, cómo evitar los ataques de ira…
Ya que lo menciona, ¿cómo podemos evitar los ataques de ira?
Ese es precisamente el capítulo más largo de mi libro. Ahí está, por ejemplo, lo que ocurre cuando la gente se vuelve loca en el automóvil. Ira es lo que toma a Edipo, quien mata a su padre. Séneca tiene un tratado sobre la ira: “Cuando la ira se apodera de la mente, se apodera de ella por completo, haciendo imposible cualquier pensamiento o planificación”, dice. Solía pensar como dice el lema de Escocia: “Nemo me impune lacessit (Nadie me hiere impunemente)”. Pero me he dado cuenta de que es agotador y te impide ser feliz. ¿Cómo se entrena uno? Asumiendo que las cosas pueden cambiar, con meditación, con tranquilidad del ánimo, sabiendo que es mejor ser amado que temido. Séneca dice que hay que educar para evitar la ira, porque tenemos el mismo temperamento, pero unos están más predispuestos que otros a sufrir ataques de ira. Séneca también dice que se encolerizará más fácilmente aquel al que nunca se le ha negado nada. En otras palabras, la educación es decir que no.
Pero la ira puede ser también la reacción ante la maldad, ante la traición, ante el absurdo que daña. Una respuesta a la agresión.
La maldad existe. No estamos en el mundo ideal, hay gente mala a nuestro alrededor, como un Putin o aquel que viola. Pero por encima de todo triunfa la bondad. La bondad tiene premio. Creo firmemente en ella. Al final ganan la colaboración y la cooperación. De lo contrario habrían triunfado los nazis y habría triunfado el gulag. La bondad no es poner la otra mejilla. Borges, en el prólogo Los conjurados, su último libro de poemas, escribe: “He observado que la belleza como la felicidad es frecuente, no pasa un día en que no estemos un instante en el paraíso”. Con esta idea concluyo Carpe diem. Los clásicos me han ayudado a ser mejor persona y a encontrar el camino para la felicidad. Han sido y son mis cómplices en el viaje de la vida.
Hoy vivimos en una Inquisición, una dictadura de lo políticamente correcto. Estas tendencias impiden la creación y van en contra de la libertad. Quien no piensa como los nuevos inquisidores es excluido, cancelado”.
Emilio DEL RÍOFilólogo.
¿Y cómo se hace para superar a quienes te han hecho daño o te han traicionado?
El olvido es la mayor venganza. Ya está. Te olvidas de esa persona. Hay que entrenarse para eso. De la misma forma que alguien entrena para correr una maratón. También mentalmente hay que entrenarse y estar preparado para combatir. Séneca dice que la vida consiste precisamente en eso, en combatir, en fortalecerte a ti mismo. Hay que tener objetivos claros, y hábitos, y saber que todo puede cambiar, porque el cambio es inevitable.
Destaca en sus libros la importancia de la bondad para la vida cotidiana. Sin embargo, en películas recientes (‘Cónclave’, ‘Emilia Pérez’, ‘Joker’), los villanos parecen ser los protagonistas. ¿Por qué la bondad es hoy vista como una debilidad?
Emilia Pérez me ha encantado. Me parece una tragedia clásica. En el teatro clásico, en la tragedia, hay coros, cantan. Hoy asimilamos el musical a la comedia, pero acá hay maldad y un mensaje de bondad también. Y, como en las tragedias clásicas, hay una función catártica, tú ves el mal para exorcizarlo, para no continuar con él. Esa es una función absolutamente terapéutica, que va más allá del entretenimiento.
Recién hablaba de la alegoría de la caverna. ¿Se puede vincular a la demagogia? Lo pregunto por esta idea de que los cautivos en la caverna se niegan a ser liberados de la opresión o la ilusión en la que viven.
Sí, vivimos en un mundo donde hay gente que defiende que la Tierra es plana o que no hay que vacunarse. También los que matan en nombre de la religión están dentro de la caverna. Platón le da forma a un conflicto de la condición humana y social que nos ayuda a entender el mundo y a tomar las decisiones.
Muchas de estas personas dentro de la caverna están allí por obra del poder de sugestión de un líder. Me refiero a cierto sometimiento y manipulación que existe sobre los ciudadanos.
Quienes quieren hacerse con todo el poder necesitan de la ignorancia del pueblo, de los votantes. Necesitan meterlos en la caverna, convencerlos de que la realidad son aquellas sombras que están viendo proyectadas. La ignorancia de los ciudadanos es un instrumento de poder para quienes quieren hacerse con él a costa de la democracia y de la libertad.
En la actualidad hablamos de ‘wokismo’, un concepto vinculado con la ultracorrección y la defensa exacerbada de ciertos valores, con la verdad objetiva como quimera. ¿Existió en la Antigüedad un movimiento semejante?
Hoy vivimos en una Inquisición, una dictadura de lo políticamente correcto. Estas tendencias impiden la creación y van en contra de la libertad. Quien no piensa como los nuevos inquisidores es excluido, cancelado. Esto no es nuevo, tiene muchos siglos. Chesterton, un provocador nato, decía: “¿Para qué cometer los errores de siempre si podemos cometer otros nuevos?”.
La demagogia viene de lejos. ¿Cuál puede ser el antídoto para combatirla o el bálsamo para calmar sus estragos?
Hace 2.000 años, Augusto era ya un maestro de la propaganda y de las fake news. Tenía apariencia de demócrata porque había elecciones al Senado. Se inventa una campaña contra Marco Antonio, a partir de la relación que este tenía con Cleopatra. Es un genio de la propaganda. Por eso tenemos que estar avisados, educados, formados y leídos, para que el poder no nos manipule.
Christopher Nolan anunció que está trabajando en su próxima película: su versión de la ‘Odisea’. ¿Qué tiene hoy para enseñarnos la ‘Odisea’ y su héroe?
Homero escribe la primera gran obra de la literatura universal, una obra acerca del dolor que supone la condición humana. La Odisea transmite un mensaje: la vida es un viaje, pásatelo bien. Una de las claves de la infelicidad es ponernos objetivos no alcanzables. La felicidad no está solo en el objetivo, sino en disfrutar en el viaje de la vida.
La palabra ‘odisea’ tiene la raíz od, de la que deriva el vocablo odio, y también le da nombre a su héroe. Los líderes pueden pronunciar discursos de odio.
Sí, esta idea está en los clásicos: el inventarse un enemigo para afirmarse en el poder. Por eso debemos leerlos, porque nos ayudan a evitar los peligros que tenemos en nuestra vida personal, pero también social. La democracia es muy frágil: acaba en Atenas cuando el padre de Alejandro Magno, Filipo, baja de Macedonia y acaba con las ciudades-Estado atenienses. Nos fascina Alejandro Magno, pero era un dictador. La República romana acaba también cuando llega Augusto, que seduce a la gente. Roma viene de un siglo desangrada de guerras civiles y Augusto les ofrece paz a cambio de libertad. ¿Cuántos años tardó de nuevo la humanidad en volver a votar?
Hoy la libertad aparece en los discursos de muchos políticos. ¿Cómo se entendía este ideal en el mundo clásico?
Los clásicos, los estoicos, los epicúreos, los escépticos, los cínicos no hablan de la libertad, pero sí aparece la libertad como forma de vida. Hablan de la libertad interior. Yo reivindico la libertad política, la democracia, como algo fundamental para ser feliz. No puedo entender ser feliz si no vivo en democracia. Hablar de democracia es hablar de felicidad. Y es algo muy frágil. Unos pirados asaltaron el Capitolio hace algunos años. La democracia está en retroceso en el mundo: China, Rusia, Venezuela… en México van a elegir por votación a los jueces. Ese es el principio del fin.
Hay líderes que dicen tomar medidas en pos del bien común, pero llevan a cabo políticas corruptas. ¿Es cinismo?
Aclaremos que no debemos confundir a los cínicos de la Antigüedad, los anarquistas del mundo clásico, con el cinismo como lo entendemos hoy. El caso que señalas es el de la manipulación y el engaño. Tenemos que evitar ser idiotas: el idiota es el que no quiere saber nada de las cosas comunes. La palabra tiene la misma raíz id que idioma o idiosincrasia. Idiotez es el que se queda en casa cuando hay que ir a la asamblea, el que no se implica en las cosas comunes. No dejes las decisiones en las manos de los políticos.
¿Existen héroes en la actualidad?
En la vida política, tendría que pensarlo; en la vida cotidiana hay muchísimos. Volodimir Zelenski es un héroe que se enfrenta al dictador Putin, por ejemplo, o María Corina Machado, que se enfrenta a Maduro. La humanidad sale adelante por el espíritu colaborativo. “No pienses qué puede hacer tu país por ti, sino piensa qué puedes hacer tú por tu país”, dijo Tucídides. Eso hace que prosperen las naciones. Se trata de pequeños gestos. Por ejemplo, aquel que da su tiempo para combatir la soledad de los ancianos.
LAURA VENTURA
Para La Nación (Argentina) – GDA
Madrid