“Con el tiempo, uno acaba siendo un colombiano de adopción. Por eso, creo que el embajador de España se va, pero el amigo de Colombia permanece”, responde el diplomático español Joaquín de Arístegui Laborde a la pregunta de qué es lo que más va a extrañar del país.
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Y es que De Arístegui, quien desde noviembre de 2021 estaba al frente de la Embajada en Colombia, a comienzos del próximo mes presentará sus cartas credenciales al mandatario argentino, Javier Milei, para oficializar su representación diplomática en el país del sur con el objetivo de retomar la normalidad de las relaciones con ese país cinco meses después de la retirada de su antecesora, María Jesús Alonso, a raíz de la crisis suscitada por los insultos del presidente Javier Milei al jefe del Gobierno español, Pedro Sánchez, y su esposa, Begoña Gómez. En conversación con EL TIEMPO, el saliente embajador habló sobre los aportes de su gestión a la ‘paz total’, la seguridad y la cultura en Colombia, así como de lo que deja pendiente y los nuevos retos que enfrentará.
Usted señala que las relaciones bilaterales atraviesan una fase especialmente positiva. ¿Por qué?
Porque desde mi perspectiva como embajador, tras un poco más de tres años de ocupar el cargo, creo que ha sido coyunturalmente una etapa muy intensa. Primero, porque me han tocado dos presidentes, Iván Duque y Gustavo Petro, con los cuales he tenido muy buena relación y con los que estoy muy agradecido. Y también me tocó el advenimiento a Colombia de un primer gobierno con una agenda de izquierda claramente reformista, progresista y transformadora desde el punto de vista de los derechos sociales y la igualdad. Eso, en este tiempo, me ha permitido tener una perspectiva de que las relaciones entre Colombia y España son siempre muy sólidas porque hay una base comercial y de inversiones importantísima. Colombia es el segundo destino de inversión de las empresas españolas en toda América. Conviene recordarlo.
Usted asumió como embajador en Colombia en 2021, ahora que deja el cargo señala que las relaciones bilaterales atraviesan una fase especialmente positiva. ¿Por qué?
Las relaciones entre Colombia y España son siempre muy sólidas porque hay una base comercial y de inversiones importantísima. Colombia es el segundo destino de inversión de las empresas españolas en toda América. Conviene recordarlo
Porque desde mi perspectiva como embajador, a un poco más de tres años de ocupar el cargo, creo que ha sido coyunturalmente una etapa muy intensa. Primero, porque me han tocado dos presidentes, Iván Duque y Gustavo Petro, con los cuales he tenido muy buena relación y con los que estoy muy agradecido. Y también me tocó el advenimiento a Colombia de un primer gobierno con una agenda de izquierda claramente reformista, progresista y transformadora desde el punto de vista de los derechos sociales y la igualdad. Eso, en este tiempo, me ha permitido tener una perspectiva de que las relaciones entre Colombia y España son siempre muy sólidas porque hay una base comercial y de inversiones importantísima. Colombia es el segundo destino de inversión de las empresas españolas en toda América. Conviene recordarlo.
Justamente, este año, usted señaló que, si se descuentan las materias primas, España es el primer inversionista extranjero en Colombia…
México y Colombia son los dos primeros destinos. Están muy por delante de otros países también grandes de la región. Y ocurre porque tenemos una base de tradición en materia de cooperación que ahora es global gracias a que hemos sido capaces de llegar a acuerdos de cooperación triangular con Colombia.
¿Cuál es el balance y la perspectiva de España sobre el apoyo a la ‘paz total’ impulsada por Gustavo Petro en Colombia?
Mi resumen es un mensaje de inmensa admiración, porque uno puede estar de acuerdo o no con la ‘paz total’ o con lo que hace el presidente de la República y su Gobierno, pero el mero hecho de que las y los colombianos, desde posiciones diferentes y no siempre cercanas, hayan hecho esta apuesta clara por la paz, me parece que es un elemento que requiere reconocimiento, admiración y apoyo. Y lo digo no solamente porque Colombia se lo merezca, sino porque es una luz en este mundo tan convulso. Con tantas malas noticias, que un país como Colombia, habiendo sufrido un conflicto armado tan largo, terrible y cruel, creo que es algo absolutamente ejemplar.
¿Por qué?
Creo que Colombia merece un reconocimiento mundial por su generosidad en el ámbito de la paz
Yo he sido, en representación de mi gobierno, parte de las mesas principales de negociación para la paz y, con ese sustento, ahora al marcharme creo que Colombia merece un reconocimiento mundial por su generosidad en el ámbito de la paz porque han sabido, sin dejar de mirar atrás, porque hay que tener memoria con justicia y justicia con memoria, apostarle a un futuro para que las nuevas generaciones disfruten por igual de justicia, desarrollo, prosperidad y derechos. Y creo que, para conseguir eso, cualquier iniciativa de paz es fundamental.
¿No le preocupa el recrudecimiento de la violencia, especialmente, en zonas vulnerables del país?
Yo espero que haya un ejercicio de generosidad por parte de muchos de los interlocutores del Gobierno. Imagino que es muy difícil gestionar ocho o nueve procesos simultáneos de diferente naturaleza y con diferentes actores y condicionantes, y el gobierno colombiano lo está intentando. Creo que ha habido avances históricos en esa negociación y confío en que se recupere. En este momento, espero que aquellos que tienen que abandonar la violencia, aquellos que tienen que dejar las armas y apostar por una nueva manera de relacionarse y de proyectar sus ideas y sus aspiraciones políticas, sepan valorar la oportunidad que tienen porque la oportunidad es ahora.
Su gestión también le apostó al ámbito cultural, ¿qué balance hace al respecto?
Colombia es por méritos propios una potencia cultural apoyada en el hecho de que es el segundo contribuyente de hispanohablantes del mundo
Colombia es por méritos propios una potencia cultural apoyada en el hecho de que es el segundo contribuyente de hispanohablantes del mundo. Eso, en combinación con los proyectos conjuntos españoles, nos coloca como dos grandes pilares de la cultura hispana. Hemos avanzado mucho con grandes agendas culturales en Colombia y en España, con intercambio de artistas y de iniciativas en los dos países que nos han presentado al mundo como dos socios necesarios, no solamente entre nosotros, sino en el ámbito global.
¿Y en el área de la seguridad?
En estos tres años han continuado las extradiciones, las detenciones, las aprehensiones de droga y la colaboración entre los ministerios de Defensa y del Interior entre España y Colombia a través, sobre todo, de las policías. Yo creo que la colaboración es exitosísima y eso se concreta, no en opiniones, sino en kilos de droga aprehendida, en el desmantelamiento de redes del crimen internacional y en la consecución de operaciones conjuntas para que se haga justicia a las víctimas de estos terribles flagelos y para que los criminales que intentan aprovechar nuestros países para hacer este tipo de actividad tengan el castigo que merecen.
¿Qué proyectos destaca de su gestión como embajador en Colombia?
Yo sí pedí un favor antes de irme, y es que cuando se ponga la primera piedra del Centro Cultural en la Candelaria que me inviten o por lo menos que me dejen entrar (risas). Estoy muy orgulloso de las cosas que he hecho con mi equipo y de haber contribuido a que tengamos el Centro Cultural de España en Bogotá. Un día será algo normal, pero para nosotros ahora es un motivo de gran orgullo satisfacción.
Y estoy muy satisfecho también de algunos avances que hemos hecho en temas comerciales, ojalá las empresas españolas de metro vuelvan a Bogotá, y que los colombianos disfruten un día un metro de estirpe y tecnología española, como lo hacen ya hace mucho tiempo los paisas. También está el proyecto del Canal del Dique que va a cambiar la vida de los cartageneros y del departamento de Bolívar.
¿Qué le quedó pendiente?
Lógicamente, siguen cosas pendientes y, afortunadamente, en Colombia se queda lo mejor de la embajada que es mi equipo de asuntos pendientes. En el ámbito cultural, vamos a tener un primer semestre 2025 extraordinario, vamos a tener la Feria Internacional del Libro de Bogotá con España, por fin, como país invitado de honor. Luego, tenemos la conmemoración del quinto centenario de Santa Marta en julio y que celebraremos de forma adelantada con la llegada del buque escuela Juan Sebastián de Elcano.
Usted deja Colombia para partir como embajador ante Argentina. ¿Cómo piensa terminar de zanjar la crisis diplomática que arrastran España y el país del sur desde hace cinco meses cuando el presidente Javier Milei se despachó contra Begoña Gómez, esposa del mandatario Pedro Sánchez?
De mi primer viaje exploratorio a Argentina, donde me he presentado ante el canciller Gerardo Werthein, salgo con la conclusión de que es un gran país, un país maravilloso, con el que además España tiene una relación muy profunda, como es el caso de Colombia, y donde tenemos la comunidad expatriada más grande del mundo. Tenemos ahora mismo una comunidad que está acercándose a los 600.000 españoles y la previsión que tenemos con la aplicación de la ley de Memoria Democrática es que, en unos años, el horizonte de la población española en Argentina llegue a un millón.
Entonces, lo que creo que tiene que pasar a partir de ahora es que, si bien hubo un momento de tensión y crisis, nuestra estrecha relación nos permite concentrarnos en hacer un esfuerzo por darles un nuevo impulso y fortalecerlas. Es tan profundo el sustrato humano, social y de relaciones culturales y económicas que incluso en estas situaciones atípicas de desencuentro, las relaciones no dejan de ser consideradas importantes y muy sólidas. Mi trabajo como embajador, una vez que presente credenciales al presidente de la República, va a ser un trabajo centrado en el respeto, en el cariño y en la convicción de que somos dos países que podemos trabajar muy bien y que estamos más juntos que separados.
Pese a la normalización de relaciones con Argentina, España mantiene abiertas otras crisis diplomáticas con Argelia, México y Venezuela… ¿Qué decir de la clave de la diplomacia en estos tiempos de conflictos y polarización?
Una de las virtudes que tiene España como socio internacional es la apuesta permanente por el diálogo y el buscar siempre lo que nos une mucho más de lo que nos separa
Somos un país con una presencia internacional muy potente, con grandes intereses en todos los órdenes y estamos orgullosos de ser socios fundamentales de iniciativas como la Unión Europea o la Comunidad Euroamericana. Yo creo que una de las virtudes que tiene España como socio internacional es la apuesta permanente por el diálogo y el buscar siempre lo que nos une mucho más de lo que nos separa. Y eso se ve especialmente en situaciones de crisis como las que, efectivamente, nos ha tocado vivir. En todos esos países hemos encontrado la manera de convivir con diferencias, pero hemos siempre sabido encontrar un espacio para poder mantener cauces de conversación abiertos.
La Cumbre Iberoamericana culminó en Ecuador con la ausencia de México, Nicaragua y Venezuela y las desavenencias entre Argentina y Cuba que impidieron firmar una declaración conjunta. Sin embargo, el rey de España estuvo presente. ¿Cuál es la mirada de España de cara a fomentar la cooperación?
Lógicamente, cada cumbre tiene su propia historia y contexto. Yo creo que lo que hay que hacer en primer lugar es agradecer a Ecuador el trabajo que ha hecho para celebrar la cumbre de Cuenca. España ya ha celebrado varias y va a ser el anfitrión de la trigésima Cumbre en 2026. Creo que va a ser un buen momento para reflexionar sobre esos 30 momentos tan históricos e importantes de la historia de América y de Europa. La Cumbre Iberoamericana es una historia en general de éxito de un proyecto común y estoy seguro de que el foro iberoamericano va a seguir sirviendo para mucho, va a seguir siendo un lugar de encuentro, a veces también hace falta un lugar en el que si no te entiendes puedas hablar con una perspectiva y una sintonía específica con la cultura americana.
Por supuesto, tendremos que buscar una manera de poder convivir y trabajar juntos también desde la discrepancia. Y yo creo que para empezar ese diálogo lo primero que tenemos que hacer es seguir hablando y participando en reuniones conjuntas.
Recientemente, España aprobó una reforma del reglamento de la ley de extranjería que regularizaría a unos 300.000 inmigrantes cada año en los próximos 3 años. ¿Qué ejemplo quieren darle al mundo con esta medida?
La apuesta de España por la migración y por la dimensión positiva de la migración es absolutamente irrevocable. Hay que recordar siempre que España ha sido un país que ha requerido de la solidaridad y la generosidad de muchos países cuando nosotros éramos el emisor de migrantes. Y España tiene grabado a fuego ese recuerdo.
La apuesta de España por la migración y por la dimensión positiva de la migración es absolutamente irrevocable
En el caso de Colombia, hay medio millón de colombianos y colombianas que hacen un trabajo impagable viviendo en España que quiero agradecer públicamente porque buena parte de lo mejor que ofrece mi país es también gracias a la migración y a la gente que enriquece cultural, económica, social y humanamente a España. Creemos que la migración, sobre todo, aporta y suma. Por eso, hay que regularla, ordenarla y hacerla de manera más segura para que dejen de producirse tragedias.
¿Qué es lo que más va a extrañar de Colombia?
Tengo ahora mismo un guayabazo terrible de dejar Colombia, por lo cual me costaría mucho decir qué es lo que más voy a echar de menos. Pero, lo voy a decir con sinceridad: voy a echar de menos a la gente.
Tengo ahora mismo un guayabazo terrible de dejar Colombia…
Yo creo que Colombia y España son dos países cuyo gran activo es la gente. Podemos tener gobiernos mejores o superiores, que acierten más o menos, etapas de bonanza y etapas de crisis, pero lo mejor de este destino es su gente.
He conocido muchos países de América, y puedo decir que la calidad humana de los colombianos es una cosa que me parece extraordinaria. Su educación, su voluntad siempre de salir adelante, de demostrar que las dificultades no son barreras para ellos. También voy a echar de menos la alegría, este es un país que disfruta de la vida en cualquier circunstancia y creo que por eso se sobrepone a casi todo.
STEPHANY ECHAVARRÍA – Editora Internacional – EL TIEMPO