BUENOS AIRES — En casa y en el extranjero, el Presidente derechista de Argentina, Javier Milei, es un hombre con muchos fans.
Milei podrá no haber sido la elección obvia como el primer líder mundial en reunirse con el Presidente electo Donald J. Trump tras su victoria electoral. Sin embargo, allí estaba, en Mar-a-Lago, Florida, en noviembre, recibiendo una lluvia de elogios de Trump.
“El trabajo que has hecho es increíble”, le dijo Trump a Milei en un evento de gala.
Muchos argentinos parecen estar de acuerdo. Un año después de asumir el cargo, Milei es visto favorablemente por alrededor del 56 por ciento de los argentinos, de acuerdo con un sondeo reciente, lo que lo convierte en uno de los presidentes más populares en la historia reciente del País.
“Este es el Presidente que Dios trajo para los argentinos”, dijo Marcelo Capobianco, de 54 años, un carnicero de Buenos Aires. “Trajo de vuelta la esperanza”.
Aunque recortes brutales a todo, desde comedores para pobres hasta subsidios para pasajes de autobús, han empujado a más de 5 millones de argentinos a la pobreza, también han ayudado a Milei a hacer avances notables en una tarea abrumadora: controlar la tasa de inflación más alta del mundo.
Antes de que asumiera la Presidencia, la inflación mensual era del 12.8 por ciento; ahora es del 2.4 por ciento, la más baja en cuatro años.
Milei ha cumplido sus audaces promesas de poner bajo control el presupuesto de Argentina, al despedir a más de 30 mil empleados públicos y aplicar profundos recortes al gasto en salud, asistencia social y educación.
Antes de asumir el cargo, algunos críticos cuestionaban si el ex comentarista de televisión, quien se describe a sí mismo como anarcocapitalista, podría sacar a Argentina de su crisis de una década.
En ciertas formas, sus preocupaciones han sido confirmadas. El enfoque de Milei ha sumido a Argentina en un nuevo capítulo caótico, al tiempo que ha aumentado la tasa de pobreza —del 40 por ciento al 53 por ciento en los primeros seis meses del año, muestran cifras del Gobierno— y la gente ha salido a las calles a protestar.
Sin embargo, también hay señales de que la estrategia de Milei está funcionando. Además de reducir la inflación, los ingresos del Gobierno superan al gasto por primera vez en 16 años, y datos preliminares dejan entrever que la economía, después de contraerse durante tres trimestres consecutivos, se está estabilizando y podría estar encaminada a crecer gradualmente.
Inversionistas globales han aplaudido las acciones de Milei, con Bank of America declarando en un reporte financiero que su “plan de estabilización está funcionando mejor de lo esperado”.
El Fondo Monetario Internacional pronosticó que la inflación anual de Argentina caería a un más manejable 45 por ciento en el 2025, comparado con un pico récord de 211 por ciento en el 2023 y elogió a Milei por su “avance impresionante”.
No obstante, para muchos argentinos comunes, el protocolo económico de Milei ha sido doloroso. Su Gobierno ha reducido el gasto estatal en más o menos una tercera parte, eliminando los controles de precios y los subsidios que hicieron que el transporte público, los recibos de calefacción y los alimentos fueran más baratos. Aun así, muchos ven un lado positivo en las medidas de austeridad del Gobierno.
Miguel Valderrama, dueño de un pequeño comercio en Buenos Aires, dijo que se siente aliviado de no tener que soportar más la inflación descontrolada que definía la vida diaria antes. “Había un precio por la mañana y, al mediodía, todo volvía a subir —y dos días después, otra vez”, recordó Valderrama, de 40 años.
El ascenso de Milei al poder llegó tras décadas de ciclos de auge y caída. Argentina figuraba entre los países más ricos del mundo, pero años de mala gestión gubernamental vaciaron sus arcas públicas, llevaron a múltiples incumplimientos de pago sobre decenas de miles de millones de dólares en préstamos internacionales y dejaron a la economía cojeando.
Milei, presentándose como un externo, culpó de los problemas económicos de Argentina a políticos corruptos que gastaron imprudentemente, describiendo a sus oponentes políticos como “ladrones”.
Los planes más radicales de Milei como candidato incluían cerrar el banco central de Argentina y abandonar el peso a favor del dólar estadounidense. Pero una vez en el poder, no hizo ninguna de las dos cosas y sus políticas han sido menos drásticas de lo que muchos anticipaban.
