En el puesto de frutas donde trabaja en Nueva York, Shah Alam vende docenas de plátanos al día a 35 centavos cada uno, o cuatro por un dólar. Hace un buen negocio con fruta barata afuera de la casa de subastas Sotheby’s; adentro, el arte puede venderse en millones.
Pero el 20 de noviembre, Alam vendió un plátano que poco tiempo después sería subastado como parte de una obra de arte absurdo, ganado por un empresario de criptomonedas por 5.2 millones de dólares además de 1 millón de dólares en honorarios de la casa de subastas.
Unos días después de la venta, mientras Alam estaba bajo la lluvia, arrancando plátanos de sus racimos, se enteró por un periodista de lo que había sido de la fruta: había sido pegada con cinta adhesiva a una pared como parte de una obra del artista italiano Maurizio Cattelan, y vendido a Justin Sun, el fundador chino de una plataforma de criptomonedas.
Y cuando le dijeron el precio de venta, se puso a llorar.
“Soy un hombre pobre”, dijo Alam, de 74 años, con la voz quebrada. “Nunca he tenido esa cantidad de dinero; nunca he visto esa cantidad de dinero”.
Cattelan expuso la obra por primera vez en Art Basel Miami Beach, la feria internacional de arte, en el 2019. La pieza conceptual de tres ediciones, titulada “Comediante”, es una parodia implícita de lo absurdo del mundo del arte. Venía con un detallado manual del propietario sobre cómo sujetar el plátano con la cinta y permiso para renovarlo cuando se pudra. (Cattelan compró los plátanos originales en una tienda de abarrotes en Miami, dijo en entrevistas).
El 20 de noviembre, la puja por el Lote Número 10 —el plátano de Alam pegado a una pared con un trozo de cinta plateada— comenzó en 800 mil dólares. En cinco minutos, siete postores elevaron su precio por encima de los 5 millones de dólares.
Karina Sokolovsky, vocera de Sotheby’s, confirmó que el plátano fue comprado el día de la venta del carrito donde trabaja Alam. Una semana después de la subasta, Sun se comió el plátano en una conferencia de prensa.
Cattelan no recibió compensación por la venta de Sotheby’s, que se realizó en nombre de un coleccionista que no ha sido identificado, pero dijo en un correo electrónico que, aun así, estaba emocionado por el precio.
“La subasta ha convertido lo que comenzó como una declaración en Basel en un espectáculo global aún más absurdo”, escribió Cattelan.
Una semana después de la venta, Sun anunció en X que planeaba comprar 100 mil plátanos —25 mil dólares en fruta— en el puesto donde trabaja Alam.
Pero costaría miles de dólares obtener esa cantidad de plátanos en un mercado mayorista, dijo Alam. La ganancia neta de la compra de 100 mil plátanos por parte de Sun sería sólo de unos 6 mil dólares. Además, añadió Alam, el dinero pertenecería al propietario del puesto, no a él.
Contactado por teléfono, el propietario, Mohammad R. Islam, de 53 años, dijo que dividiría cualquier ganancia entre él, Alam y sus otros seis empleados. Sin embargo, nadie se había puesto en contacto con él sobre una compra así, dijo.
Alam, un viudo de Dhaka, Bangladesh, era funcionario público antes de mudarse a Estados Unidos en el 2007 para estar más cerca de una hija casada. Vive en un apartamento en un sótano con otros cinco hombres. Por su habitación paga 500 dólares al mes de renta, dijo, hablando en bengalí. Sus turnos en el puesto de frutas son de 12 horas, cuatro días a la semana; por cada hora que está de pie, en cualquier clima, el propietario le paga 12 dólares. Su inglés se limita principalmente a los precios y nombres de lo que vende.
Para él, el chiste del “Comediante” lo siente a costa suya. Unos días después de la venta, conmoción y angustia lo invadieron al considerar quién se beneficiaba —y quién no.
“Quienes lo compraron, ¿qué clase de personas son?”, preguntó. “¿No saben qué es un plátano?”
Cattelan dijo que se sintió afectado por la reacción de Alam a su obra de arte, pero no alcanzó a unirse a sus críticas. “La reacción del vendedor de plátanos me conmueve profundamente y subraya cómo el arte puede resonar de maneras inesperadas y profundas”, escribió. “Sin embargo, el arte, por su naturaleza, no resuelve problemas —si lo hiciera, sería política”.
Para Alam, no mucho ha cambiado desde que se vendió su plátano. Todavía son cuatro plátanos por un dólar, o 24.8 millones de plátanos por 6.2 millones de dólares.