Dos meses después de la victoria electoral de Donald Trump que le garantizó su regreso a la Casa Blanca a partir del 20 de enero, hay un solo personaje que le disputa el protagonismo al nuevo presidente de los Estados Unidos, al punto de llegar, por momentos, a opacarlo. Se trata del magnate Elon Musk, dueño de Tesla, la red social X, Neurolink y SpaceX, entre otras compañías de vanguardia tecnológica, y quien se estrena en el mundo de la función pública como nuevo codirector (en asocio del empresario biofarmaceuta Vivek Ramaswamy) del Departamento de Eficiencia Gubernamental de la Casa Blanca.
En unas pocas semanas, Musk ha trinado cientos de veces para apoyar al partido de la extrema derecha neonazi de Alemania AfD (Alianza por Alemania), y cientos de veces más para acusar al primer ministro británico, el laborista Keir Starmer, de haber ocultado hace 10 años, cuando era jefe de los fiscales británicos, un escándalo de prostitución de menores supuestamente dirigido por un grupo de pakistaníes.
Además, ha sido acusado por las autoridades rumanas de injerencia –vía la red X y en unión de la compañía TikTok, de propiedad china, y del espionaje ruso– en las elecciones presidenciales, a favor de Calin Georgescu, el aspirante de la extrema derecha, enemigo de la Otán –a la que Rumania pertenece– y pro-Putin. Georgescu ganó la primera vuelta que luego, y justamente por la evidencia de esas interferencias, el Tribunal Supremo anuló.
Elon Musk, dueño de Tesla, la red social X, Neurolink y SpaceX, entre otras empresas tecnológicas. Foto:iStock / X
En el caso de Alemania, Musk no se limitó a divulgar una larga secuencia de mensajes en X a favor de la AfD, sino que publicó una columna en el diario Die Welt en defensa de esa organización política, considerada tan extremista que otros líderes de la derecha radical europea cortaron relaciones con sus líderes. Después de enterarse de la defensa que hizo uno de los voceros de AfD de las tristemente célebres SS nazis, que jugaron un papel sanguinario y decisivo en el Holocausto, la líder derechista francesa Marine Le Pen llamó a “romper por completo” con el partido que ahora Musk ha salido a respaldar.
En cuanto a Gran Bretaña, el dueño de Tesla utilizó una retahíla de mensajes en X para acusar al primer ministro de “complicidad con el peor crimen en masa cometido en la historia del Reino Unido”, cuando 1.400 niñas a cargo de los servicios sociales sufrieron reclutamiento para prostitución y abusos sexuales por parte de una red criminal compuesta en su mayoría por hombres de origen paquistaní.
En ese entonces, Starmer lideraba a los fiscales de su país, y aunque las investigaciones llevaron a juicio a una veintena de involucrados, hubo críticas porque el proceso no llegó más a fondo. La campaña de Musk, cuya cuenta de X tiene más de 202 millones de seguidores, muchos de ellos en el Reino Unido, ha golpeado la imagen del primer ministro, algo especialmente delicado para las relaciones entre Estados Unidos y el Reino Unido. Ahora que Musk es un alto funcionario designado de la Casa Blanca, y no solo un empresario privado, estas posturas pueden afectar los nexos de Washington con su principal aliado desde la Segunda Guerra Mundial.
Mientras el Gobierno británico ha respondido con prudencia porque no quiere dañar sus relaciones con Trump, los líderes alemanes no se han quedado callados. “La influencia externa –declaró días antes del fin de año el presidente alemán, Frank-Walter Steinmeier– es un peligro para la democracia, tanto si es encubierta, como ocurrió hace poco en las elecciones en Rumania, como si es abierta y descarada, como se practica actualmente de manera especialmente intensiva en la plataforma X”.
Los líderes extranjeros van a preguntarse, de modo legítimo, quién habla realmente a nombre de los Estados Unidos
David DayenEditor ejecutivo de la revista The American Prospect
Los líderes europeos han expresado su creciente frustración con el multimillonario tecnológico Elon Musk. Foto:Nicolas TUCAT / AFP
Friedrich Merz, candidato del centroderecha (Unión Democristiana) al cargo de canciller alemán en las elecciones del 23 de febrero, y quien lidera las encuestas seguido de Alicia Weidel, del partido extremista AfD, sentenció sobre los mensajes de Musk: “No puedo recordar, en la historia de las democracias occidentales, un caso comparable de injerencia en la campaña electoral de un país amigo”.
¿‘Presidente Musk’?
Varios analistas estadounidenses han puesto el dedo en la llaga. “Que una figura próxima al presidente conduzca una política económica fantasma puede tener graves consecuencias”, le dijo al semanario francés L’Express David Dayen, editor ejecutivo de la revista The American Prospect. Si Musk sigue así, “los líderes extranjeros van a preguntarse, de modo legítimo, quién habla realmente a nombre de los Estados Unidos”, agregó Dayen.
El latino Marco Rubio, quien tendrá a su cargo las relaciones exteriores del gobierno de Trump en su calidad de secretario de Estado, ha evitado pronunciarse. “Parece estar a la espera de asumir su puesto, y entre tanto cree que Musk terminará por hacerse daño y molestar al propio Trump”, le explicó a EL TIEMPO una fuente diplomática europea que ha dialogado sobre el tema con asesores de Rubio.
“Él y otros miembros del equipo de la administración entrante dan la impresión de querer dejar que el empresario se enrede solo en su propio protagonismo –agregó la fuente–, pero cuando llegue el momento, sin duda veremos a Rubio asumir el liderazgo que le corresponde como secretario de Estado, y hacer valer su posición, en momentos en que quizás el propio Trump comience a estar harto del proselitismo de Musk”.
Musk puede terminar por molestar a Trump, si es que no lo ha hecho ya. Días antes de Navidad, el mandatario electo tuvo que salir a terciar en el debate que la injerencia de Musk estaba generando. Interrogado por el apelativo de “presidente Musk” que los demócratas, opositores de Trump, le habían puesto al CEO de Tesla, el entrante inquilino de la Casa Blanca respondió: “No, no, eso no va a suceder, él no va a ser presidente”. Aseguró que eso es imposible porque Musk “no nació en este país”, un recorderis que no dejó de llamar la atención: aunque es ciudadano americano, Musk nació en Sudáfrica y, en principio, eso le impide aspirar a la presidencia.
Elon Musk durante un mitin de Donald Trump en el Madison Square Garden de Nueva York. Foto:AFP
En diciembre, demócratas y republicanos debatían en el Capitolio, en Washington, un acuerdo para evitar el cese del funcionamiento del gobierno federal, una discusión que se repite desde hace años en esas mismas fechas, debido a los desacuerdos sobre el presupuesto y el tope del endeudamiento. En medio de las discusiones, Musk llegó a amenazar en su cuenta de X a los republicanos que apoyaran el acuerdo que, días más tarde y con modificaciones, resultó aprobado.
De la amenaza quedaron heridas, y muchos congresistas republicanos se quejaron. Tal y como lo señaló el editorial del diario español El País del 22 de diciembre, “… los congresistas tienen que ponerle límites al empresario (…) la democracia no puede funcionar pendiente de sus órdenes en X”. Y remató el editorialista: “Si no, los siguientes serán ellos”.
Musk vs. Maga
Musk sostiene otra pelea con los trumpistas 1A, los del movimiento Maga, sigla derivada del eslogan de campaña ‘Make America Great Again’, opositores radicales a que las empresas estadounidenses empleen a inmigrantes. Como todos los magnates de Silicon Valley, Musk es un defensor de las visas H-1B, permisos de trabajo especiales para técnicos altamente calificados.
Esa visa ha sido objeto de duras críticas de voceros de Maga: la activista Laura Loomer ha disparado en sus redes sociales interminables ráfagas contra ese tipo de visa, inspirada en los dichos del antiguo estratega trumpista, Steve Bannon, consejero de la Casa Blanca en los meses iniciales de la primera administración Trump. Bannon fue despedido del Gobierno en 2017, en medio de un escándalo por el desvío de donaciones para la construcción del muro en la frontera entre Estados Unidos y México. Para él, que sigue siendo un ídolo en el movimiento Maga, la visa H-1B es “una estafa de los oligarcas de Silicon Valley para robarles puestos de trabajo a ciudadanos americanos”.
En su primer mandato, Trump compartió esas mismas posturas, pero desde que Musk llegó a su campaña, cambió de opinión. El sábado 28 de diciembre, se alineó con Musk en el debate que este mantenía en redes sociales con varios líderes de Maga. Pero muchos creen que esa puede ser la última vez que el nuevo mandatario defienda al magnate en una disputa con las bases trumpistas.
Donald Trump asumirá la presidencia el 20 de enero. Foto:AFP
En especial por un delicado expediente que espera a Trump en su escritorio de la Oficina Oval: las relaciones comerciales con China. El republicano anunció en campaña estar dispuesto a elevar hasta 100 por ciento los aranceles a los productos procedentes del gigante asiático. En esto, profundiza una política en la que el saliente presidente Joe Biden ya había dado importantes pasos.
Pero una guerra comercial con China puede afectar gravemente a Musk. Anne Cagan, analista de tecnología del semanario francés L’Express, describía así el problema: “La futura administración Trump se anuncia como la más anti-China de la historia, con halcones tales como (el secretario de Estado) Marco Rubio y (el nuevo consejero nacional de Seguridad de la Casa Blanca) Mike Waltz, en sus filas. Si bien Donald Trump sigue alabando a Elon Musk, es claro que no va a darle eternamente la razón contra su propio campo”.
No hay que olvidar que Trump siempre se ha mostrado celoso con quienes se salgan del libreto que él impone, o traten de opacar su liderazgo. John Bolton, consejero nacional de Seguridad de Trump en su primer mandato y hoy distanciado del líder republicano, escribió este domingo en una columna en The New York Times que “… el Sr. Trump (…) quiere que sus designados muestren fidelidad, un concepto medieval que implica no solo lealtad, sino sumisión”. Y Musk no parece muy dispuesto a esa clase de sometimiento.
MAURICIO VARGAS LINARES
Especial para EL TIEMPO
mvargaslina@hotmail.com