El problema de Apollo Bagels comienza afuera de su tienda y termina a más de 30 metros por la cuadra.
Esa es la longitud de la fila de clientes que esperan afuera de la tienda en Manhattan las mañanas y tardes de los fines de semana, buscando un bagel que ha sido clasificado como uno de los mejores en la ciudad de Nueva York, que está loca por los bagels.
Un domingo reciente, la fila incluía a Emma Richardson, de 23 años, que vive en París y estaba culminando un viaje a Nueva York con una visita a Apollo Bagels después de que una amiga le dijo que “tenía que ir”.
Galen Hughes, de 31 años, que va en pos de comida que se ha vuelto viral, tomó un tren temprano desde Filadelfia para hacer fila antes de asistir a un espectáculo en Broadway.
Apenas unos meses después de que Apollo Bagels abrió en esta esquina del barrio del West Village, su segundo local en la Ciudad, enfrenta un desafío improbable: se ha vuelto demasiado popular.
El rentero del edificio, molesto por las filas que, según dice, han interferido con negocios vecinos, ha amenazado con desalojar a Apollo Bagels. La tienda de bagels, por su parte, ha demandado al rentero.
Multitudes están acudiendo en masa a darse gusto con los fotogénicos bagels de Apollo, adorados por usuarios de Instagram y por escritores gastronómicos. La fila comienza en la esquina de la Calle West 11th y la Avenida Greenwich y se extiende frente a una boutique chocolatera centenaria, un restaurante de carne asada y un delicatessen.
Algunos de esos negocios comparten rentero con Apollo Bagels. En un aviso de octubre, el propietario, 201-207 West 11th Associates L.L.C., afirmó que la fila presentaba un peligro de seguridad y estaba afectando a los negocios cercanos. Emitió un ultimátum: reubicar la fila de la Avenida Greenwich a la más residencial Calle West 11th o enfrentar el desalojo.
En respuesta, Apollo entabló una demanda contra su rentero, buscando evitar que éste lo desaloje. La tienda de bagels argumentó en documentos judiciales que mover la fila crearía problemas a los vecinos que vivían a lo largo de una acera estrecha.
Justin Kleinman, director de operaciones de la empresa que opera el edificio, dijo que estaba “feliz de que le vaya bien al negocio de este inquilino”. Pero añadió: “Por supuesto, pedimos que la gente maneje su impacto en la comunidad de manera responsable”.
Los bagels recuerdan a los bagels planos estilo Montreal, aunque son más salados y regordetes. Después de morder un bagel con queso crema y tomate, Hughes dijo que Apollo Bagels había llenado las expectativas y calificó su bagel de “fenomenal”.
A la fecha, Apollo Bagels ha colocado puntales y cadenas, ha colocado carteles instando a los clientes a ser respetuosos con las tiendas vecinas y ha desplegado varios supervisores para la fila.
Un domingo, los cadeneros de los bagels crearon un hueco en la fila afuera de Li-Lac Chocolates, la chocolatería de junto, y entregaron muestras a la fila.
Christopher Taylor, uno de los propietarios de Li-Lac Chocolates, dijo que quisiera tener una fila similar para su tienda y que le preocupaba el efecto de la multitud en su negocio. Pero dijo que no resentía el éxito de Apollo Bagels.
“Es un dolor de cabeza y, a veces, los clientes dicen: ‘Ay, lucía muy lleno, no quise entrar’”, dijo Taylor. Pero “si no podemos convertir a todas estas personas en nuestros clientes con las muestras que damos, ese es nuestro problema, no el de ellos”.